El Gobierno de Venezuela ha decidido cerrar su embajada en Noruega como parte de una «reestructuración integral de su Servicio Exterior». Esta medida llega pocos días después de que la opositora María Corina Machado recibiera el Premio Nobel de la Paz, lo que ha llevado a especulaciones sobre una posible represalia política. El Ejecutivo de Nicolás Maduro sostiene que la reestructuración busca defender la soberanía nacional y apoyar un nuevo orden mundial.
Desde Noruega, las autoridades han calificado la decisión como «lamentable» y han insistido en que el premio a Machado es «independiente» de las circunstancias políticas actuales. Mientras tanto, el Ministerio de Exteriores venezolano declaró que la atención consular en Noruega y Australia será garantizada a través de misiones diplomáticas concurrentes, reforzando su enfoque en otras regiones, particularmente en África, donde planean abrir nuevas embajadas.
La estrategia no solo busca optimizar recursos, sino redefinir la presencia de Venezuela en el ámbito internacional, fomentando alianzas con naciones del Sur Global. En este contexto, mientras el oficialismo continúa descalificando a Machado, la situación resalta la polarización en el país, donde cada movimiento diplomático cobra un significado profundo en la lucha por el control político y social.
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