En una revelación que añade tensión a la ya compleja relación entre Venezuela y varios países del mundo, especialmente España, el Ministro del Interior venezolano, Diosdado Cabello, confirmó la detención de ciudadanos extranjeros bajo acusaciones sumamente graves. Durante una rueda de prensa celebrada el 14 de septiembre de 2024, Cabello anunció la captura de dos españoles, dos estadounidenses y un checo, a quienes se les vincula con intentos de desestabilización en el país suramericano.
Los ciudadanos españoles, identificados como José María Basua y Andrés Martínez Adasme, fueron aprehendidos en circunstancias sospechosas cerca del aeropuerto de Puerto Ayacucho, capturando imágenes que, según las autoridades, tendrían connotaciones de inteligencia. Al examinar sus dispositivos móviles, se habrían encontrado pruebas de su presunta involucración en planes de índole «terrorista», incluyendo vínculos con figuras de la oposición venezolana.
El gobierno de Nicolás Maduro sostiene que estos individuos forman parte de un complot más amplio destinado a desestabilizar al país mediante actos violentos contra el liderazgo político actual. Según Cabello, la operación desarticulada buscaba introducir un grupo de mercenarios en Venezuela con el objetivo explícito de asesinar al presidente Maduro y a otros líderes chavistas, operación para la cual ya se habrían acumulado un arsenal de más de 400 armas.
La captura de estos extranjeros se produce en un contexto de elevada tensión diplomática entre Caracas y Madrid, agravada tras las elecciones venezolanas del 28 de julio. La reciente convocatoria del embajador español en Caracas por parte del gobierno venezolano, en respuesta a lo que consideraron declaraciones «insolentes» por parte de la ministra de Defensa de España, Margarita Robles, evidencia un escalado en las fricciones entre ambos gobiernos.
Este incidente se suma a la histórica serie de acusaciones y desencuentros entre Venezuela y España. Anteriormente, Maduro había señalado a España de apoyar el «terrorismo» y conspirar contra su gobierno, una retórica que ha resurgido en momentos de tensión. No obstante, pese a estos conflictos diplomáticos, las relaciones comerciales entre ambos países se han mantenido, destacando la importancia del vínculo económico incluso en tiempos de discordia política.
La comunidad internacional sigue de cerca estos acontecimientos, en los que la diplomacia y los derechos humanos se entrelazan con acusaciones de conspiración y terrorismo. A medida que la situación evoluciona, la tensión entre Venezuela y España, así como con otros países mencionados, se mantiene en un punto crítico, poniendo a prueba la capacidad de diálogo y entendimiento mutuo en un contexto global cada vez más polarizado.