La Semana de Música Religiosa de Cuenca quiso ser desde su fundación en 1962 un referente musical nacional e internacional. En pleno franquismo Eugenio López y López, Gobernador Civil de Cuenca, plantea la necesidad de construir un Auditorio en Cuenca, algo que se consideró inviable. Fue en 1961, cuando Antonio Iglesias y el guitarrista Andrés Segovia se trasladaron a Cuenca para informar de la resolución y tras un paseo por la ciudad “vieron que podía ser un buen lugar para inaugurar un festival dedicado a la música sacra. Visitaron la antigua iglesia de San Miguel, que en aquel momento estaba en obras y decidieron encaminar de otra manera la restauración para convertirla en una sala de conciertos en la que se pudiera escuchar música religiosa para generar un nuevo festival”, comenta Marco Antonio de la Ossa. “Buscaron nombres, tuvieron ideas pero al final se quedó en la “Semana de la Música Religiosa” y arrancó en 1962 con el yeso de las paredes todavía sin estar seco. Esa Semana Santa hizo bastante frío y tuvieron que poner alcohol de quemar en bidones.

“Desde el principio”, continúa de la Ossa, “se plantearon varios ejes claros, como fomentar la investigación musicológica, rescatar obras perdidas de archivos catedralicios, interpretar obras importantes del catálogo de la música religiosa, fomentar la composición contemporánea y atraer a Cuenca a grandes intérpretes. Estos fueron los ejes con los que partió y que siguen siendo fundamentales”.

Una obra que recoge las tres últimas direcciones artísticas del festival, las de Antonio del Moral (2001-2006), Pilar Tomás (2007-2016) y Cristóbal Soler (2017-act.). “Digamos que he recogido este periodo porque es el que he vivido en primera persona. Cuando finalicé mis estudios de musicología en 2001, comencé a cubrir el festival para distintos medios de comunicación y en la Semana de Música Religiosa encontré las obras y los artistas que acababa de estudiar y cuyos discos sacaba de la Biblioteca Pública. Durante estos años he acudido a casi todos los conciertos”, explica Marco Antonio.

“Los años de Antonio del Moral fueron especialmente relevantes, porque modernizó el festival, amplió el número de conciertos, atrajo a los mejores intérpretes y consiguió mucho eco mediático. Fueron años de un gran nivel artístico acompañado de un gran presupuesto”, continúa Marco Antonio. “Posteriormente, la etapa de Pilar Tomás, tuvo un poco de todo. Unos primeros años en los que mantuvo, siguiendo su propia línea de trabajo, la propuesta de Antonio del Moral, hasta que la crisis económica trajo los impagos, la reducción presupuestaria y las polémicas públicas y judiciales que hicieron mucho daño al prestigio del festival. La tercera etapa que analizo en el libro es la reciente de Cristóbal Soler, que arrancó con una llegada extraña y una gestión que no ha podido sustraerse a la polémica pública”.

Un trabajo de investigación en el que se estudia lo que ha sido la Semana de Música Religiosa en estos veinte últimos años, realizando un análisis crítico de los puntos positivos y aquellos a mejorar. “Al verlo todo junto y analizado, se ven las lineas marcadas por Antonio Moral, Pilar Tomás y actualmente Cristóbal Soler. Es muy interesante ver la fuerte apuesta que se ha hecho por la música académica del siglo XX, que ha tenido un amplísimo espacio en la programación, pero que no se ha visto reflejada en la asistencia de público”, señala Marco Antonio de la Osa. “La evolución artística de la Semana Religiosa está estrechamente relacionada con la evolución del tipo de público que ha acudido al festival durante estos últimos veinte años”.

Un libro editado por Libargo, dentro de su colección Música Crítica y que cuenta con el patrocinio de la Fundación SGAE, Estival Cuenca y el Departamento de Didáctica de la Educación Física, Artística y Música de la UCLM. Esta publicación ya se encuentra disponible en las librerías y tiene el valor añadido de contar en su portada con la bella fotografía de Santiago Torralba del cartel de la 59 SMR, partitura vegetal realizada por José María Lillo.

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