En un audaz acto de deserción, un soldado norcoreano logró cruzar la frontera altamente fortificada hacia Corea del Sur este martes, iniciando su arriesgado viaje a pie a través del sector oriental de la Zona Desmilitarizada (DMZ), que sirve como frontera entre las dos naciones antagónicas. El ejército de Corea del Sur detectó al sargento primero mientras se encontraba aún en la DMZ, antes de que lograra cruzar la Línea de Demarcación Militar (MDL) que divide la zona en dos.
El militar alcanzó suelo surcoreano por las cercanías del condado de Goseong, situado aproximadamente a 160 kilómetros al noreste de Seúl, según informaciones de la agencia Yonhap, detallando que inmediatamente después de cruzar, el soldado expresó su deseo de desertar del régimen norcoreano. Su llegada a Corea del Sur ocurre apenas dos semanas tras la deserción de otro ciudadano norcoreano, quien cruzó a territorio surcoreano a través de un delta en el flanco occidental de la frontera.
Este evento se produce en un contexto de tensión y hostilidades crecientes, marcado por la reanudación de emisiones de propaganda por parte del ejército surcoreano, las cuales habían sido suspendidas durante seis años hasta el pasado junio. Las emisiones son críticas del gobierno de Kim Jong-un e incitan a los norcoreanos a desertar, proporcionándoles información sobre las ayudas disponibles para quienes se decidan a cruzar al Sur. La decisión de retomar estas transmisiones responde, según fuentes oficiales surcoreanas, a interferencias en el sistema GPS y al envío de globos con desechos hacia Corea del Sur por parte de Pionyang, en una especie de guerra propagandística que también incluye el envío de globos hacia el Norte por parte de activistas surcoreanos.
La relación entre las dos Coreas sigue deteriorándose, especialmente tras las recientes declaraciones de Corea del Norte nombrando a Corea del Sur como su principal enemigo y rechazando cualquier posibilidad de reunificación pacífica, mientras se acerca cada vez más a Rusia.
Este nuevo episodio de deserción no solo ilumina las peligrosas longitudes a las que están dispuestos a llegar algunos individuos para escapar del régimen norcoreano sino que también pone de manifiesto el clima de creciente hostilidad y desconfianza que prevalece en la península coreana, exacerbado por actos de provocación y campañas de desinformación por ambas partes.
