En un giro inesperado que ha sacudido el panorama político de Rumanía, la Oficina Electoral Central del país ha rechazado la candidatura del ultranacionalista prorruso Călin Georgescu para las próximas elecciones presidenciales, previstas para el 4 de mayo. Georgescu, que había emergido como el candidato sorpresa y favorito en los comicios, enfrenta ahora un obstáculo significativo en su camino hacia la presidencia.
La decisión de la Oficina Electoral abre un periodo crítico de 24 horas durante el cual los afectados pueden presentar recursos ante el Tribunal Constitucional. Dicho tribunal, luego, dispone de 48 horas para emitir un fallo definitivo, lo que significa que el panorama electoral rumano podría tener claridad para el miércoles por la noche.
Este revés llega después de que Georgescu sorprendiera a la nación y al mundo entero al ganar la primera vuelta de las presidenciales el pasado 24 de noviembre, un triunfo que fue posteriormente anulado por el Tribunal Constitucional. El Constitucional citó evidencias de financiación ilegal y de injerencias extranjeras, específicamente rusas, como las razones detrás de la anulación.
La noticia de la inhabilitación de Georgescu ha desencadenado una serie de protestas frente a la sede de la Oficina Electoral Central. Cientos de partidarios del candidato ultranacionalista se congregaron para manifestar su descontento; en el transcurso de las protestas, algunos manifestantes lanzaron huevos, botellas y material pirotécnico contra los agentes de policía presentes. La tensión escaló al punto de que manifestantes prendieron fuego a mobiliario urbano y volcaron el vehículo de una cadena de televisión, mientras declaraban su disposición a defender el país «hasta con el precio de su vida».
En la red social X, Georgescu calificó el rechazo de su candidatura como «un golpe directo al corazón de la democracia mundial», añadiendo que Europa se había convertido en «una dictadura» y que Rumanía estaba «bajo la tiranía». Este tipo de retórica ha encontrado eco entre algunos segmentos de la población rumana, especialmente entre jóvenes y residentes de zonas rurales descontentos con la corrupción y el estancamiento económico del país.
Por su parte, George Simion, líder de la Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), un partido ultranacionalista y euroescéptico que figura como la principal fuerza opositora del país, calificó la acción contra Georgescu como antidemocrática. Esta situación ha exacerbado un ya volátil clima político en Rumanía y ha lanzado sombras sobre la integridad del proceso electoral en la nación.
El rechazo de la candidatura de Georgescu se ampara en la exigencia constitucional de que todos los candidatos a la presidencia deben tener un intachable respeto por las leyes y la democracia, tanto en el presente como en el pasado. La violación de las normas electorales en las pasadas elecciones ha sido el talón de Aquiles para el candidato ultranacionalista, dejando en el aire su futuro político y el de Rumanía a medida que se acercan las elecciones del 4 de mayo.