El drama en Hong Kong se intensifica tras el devastador incendio en el complejo residencial Wang Fuk Court, que ha dejado un saldo trágico de al menos 128 muertos y más de 200 desaparecidos. Las autoridades, lideradas por el secretario de Seguridad Chris Tang, han prometido una investigación a fondo sobre las circunstancias del siniestro, que se considera la mayor tragedia de este tipo en la región desde 1948. Según los últimos informes del Cuerpo de Bomberos y Salvamento, el fuego, que se desató el miércoles por la tarde, se encuentra ahora bajo control, aunque siguen activos varios focos de llamas.
La situación es crítica, con 76 personas que han requeridos atención médica, entre ellas once bomberos. Los primeros análisis apuntan a que la rápida propagación del fuego se debió al uso de materiales altamente inflamables en la renovación del edificio, una situación que ha llevado a la detención de varios directivos de la empresa constructora Prestige Construction, así como de arquitectos involucrados en el proyecto. Los habitantes del complejo, que alberga a un gran número de ancianos, están desconsolados, mientras las inspecciones de los apartamentos continúan para confirmar que no hay más víctimas atrapadas.
En respuesta a esta catástrofe, el Gobierno ha tomado medidas drásticas, incluyendo la cancelación de contratos con la empresa implicada y la revisión de otras obras públicas. El jefe del Ejecutivo, John Lee, ha calificado la situación de «catástrofe sin parangón» y ha suspendido la campaña electoral que se había planeado para el 7 de diciembre. La comunidad empresarial ha reaccionado con generosidad, ofreciendo donativos significativos para ayudar a las víctimas, pero la tragedia ha dejado una herida profunda en Hong Kong que tardará en sanar.
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