Un programa promueve el tratamiento activo del dolor crónico en Atención Primaria de Ciudad Real con enfoque innovador.

Un programa impulsa el tratamiento activo del dolor crónico desde la Atención Primaria de Ciudad Real

La Unidad de Fisioterapia de Ciudad Real del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha ha lanzado un innovador proyecto piloto en los tres centros de salud de la capital, con el objetivo de abordar las consecuencias del dolor crónico, un problema de salud que afecta a un elevado porcentaje de la población en la región.

El dolor crónico, definido como aquel que persiste durante más de tres meses y que se presenta de forma intermitente a lo largo del tiempo, afecta aproximadamente al 22 por ciento de los ciudadanos de Castilla-La Mancha. En otras comunidades autónomas, esta cifra puede superar el 30 por ciento, de acuerdo con información proporcionada por la Junta en una reciente nota de prensa. Este tipo de dolor se asocia a menudo con enfermedades crónicas como el cáncer, la artritis o la fibromialgia, así como a lesiones no completamente recuperadas.

El impacto económico de este fenómeno es significativo, con un costo que representa aproximadamente el 2,5 por ciento del PIB, incluyendo gastos en pensiones, bajas laborales, tratamientos y hospitalizaciones. Además, el costo social es considerable, ya que quienes padecen dolor crónico frecuentemente experimentan aislamiento y evitan actividades sociales por temor al dolor físico.

La dependencia de opiáceos se ha convertido en una preocupación adicional, ya que muchas personas se ven obligadas a utilizarlos para manejar su dolor. De hecho, España ocupa el segundo lugar en el consumo mundial de opiáceos, solo detrás de Estados Unidos.

Ante esta situación, los fisioterapeutas de Ciudad Real han implementado una estrategia de afrontamiento del dolor, similar a la desarrollada en Valladolid, que se basa en principios de neurociencia e involucra a profesionales de diversas especialidades médicas y de enfermería.

El programa se estructura en tres fases. Comienza con una entrevista inicial con el paciente, seguida de cuatro charlas semanales sobre la neurociencia del dolor, y culmina en un programa de ejercicio físico que se extiende por dos meses. Durante este tiempo, los pacientes participan en sesiones de ejercicios respiratorios, de fuerza, resistencia y psicomotricidad, complementadas con juegos y bailes. Cada sesión tiene una duración de noventa minutos y se lleva a cabo tres veces a la semana.

Los beneficios del ejercicio físico son múltiples: mejora los mecanismos de analgesia, facilita el funcionamiento de las vías inhibitorias del dolor, y contribuye al control motor, coordinación, equilibrio, fuerza y resistencia. Además, se ha observado un incremento en la calidad de vida y la autoestima de los participantes, así como un control más efectivo de diversas condiciones como la hipertensión, enfermedades cardiovasculares, diabetes y sobrepeso.

Isabel Herrera y Pilar García Arroyo, fisioterapeutas de Atención Primaria en Ciudad Real, destacan la transformación que experimentan los pacientes a lo largo del programa. «Es impresionante ver a personas que el primer día apenas se movían y observar su evolución en las semanas posteriores», comentan. Enfatizan también la importancia del trabajo en grupo, que permite a los participantes compartir experiencias con personas en situaciones similares, facilitando su reintegración social y mejorando su calidad de vida.

La experiencia en la sala de fisioterapia ha significado un cambio notable para muchos pacientes, quienes manifiestan que por primera vez sienten que su dolor ha sido escuchado y comprendido. Las fisioterapeutas han recogido testimonios de historias complejas, cargadas de dolor físico y emocional, pero a pesar de los avances logrados, aún es pronto para evaluar la reducción en el consumo de opiáceos entre los participantes del programa.

Para medir la efectividad del proyecto, se implementarán indicadores de salud que permitirán realizar un seguimiento de los resultados en el tiempo. En Valladolid, donde el programa ha estado en marcha durante un período más extenso, se ha demostrado que muchos pacientes han logrado reducir e incluso abandonar el uso de fármacos opiáceos y analgésicos, incluyendo aquellos que estaban bajo tratamiento en unidades del dolor.

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