Un profesor estalla: “Hay una persecución hacia nosotros, por eso sobran plazas”

La Junta anuncia 795 nuevas plazas de profesores en su propuesta de Oferta Pública de Empleo en educación

La crisis de la educación pública en España se ha puesto de manifiesto tras conocerse los resultados de las oposiciones de Secundaria y Formación Profesional. Cerca del 23 % de las plazas convocadas en todo el país han quedado sin cubrir, una cifra que en comunidades como Madrid se eleva hasta el 36 %. Ante este escenario, las administraciones se ven obligadas a improvisar listas extraordinarias para cubrir los puestos vacantes con personal que no ha superado las pruebas, lo que muchos advierten supondrá un descenso en la calidad del sistema educativo.

Hace apenas una década, lograr una plaza de funcionario docente era un objetivo deseado por miles de egresados universitarios. Hoy, cada vez resulta menos atractivo. La pregunta es obvia: ¿qué ha pasado para que en plena crisis de vocaciones falten profesores en la escuela pública?


Una emergencia educativa

La carencia es especialmente grave en materias como matemáticas, donde la proporción de vacantes es todavía mayor. Para algunos expertos, no se trata solo de un problema de salarios o de exigencia en los exámenes de oposición, sino de algo más profundo: un deterioro del prestigio social y profesional de la docencia.

Ramón Espejo, catedrático de la Universidad de Sevilla y autor de El laberinto educativo y el aprendizaje fake, lo resume con un término duro: “profefobia”. Según él, se ha instalado una especie de persecución hacia los docentes, un clima de sospecha y desprestigio que convierte la profesión en un destino poco atractivo para los jóvenes graduados.


“Nos han dejado sin autoridad”

En sus declaraciones, Espejo señala que la administración “maltrata” a los profesores con burocracia excesiva, amenazas veladas de inspecciones y un clima en el que reprender a un alumno o suspenderle se ha convertido en un acto “casi prohibido”.

El resultado, denuncia, es que cualquier queja de padres airados suele recibir el apoyo automático de la inspección educativa, dejando al docente en una posición de vulnerabilidad permanente.

Las aulas, añade, se han transformado en muchos casos en espacios caóticos, donde se prioriza el entretenimiento y la gestión emocional por encima de la enseñanza. “La consigna es entretener y apaciguar, nunca enseñar nada”, critica Espejo, quien considera que el modelo pedagógico actual convierte al profesor en un actor secundario dentro de su propia clase.


Entre el “alumnocentrismo” y la pérdida de atractivo

El catedrático apunta también a lo que llama “alumnocentrismo”: un modelo en el que todo gira en torno al estudiante y sus emociones, relegando el conocimiento a un papel marginal. “Se escucha solo a los pedagogos, reduciendo las clases a gestionar sentimientos y a hablar de temas ideologizados de manera superficial y dogmática”, afirma.

En este contexto, cada vez menos universitarios se sienten atraídos por unas oposiciones que, aunque ofrecen estabilidad laboral, no garantizan protección, respeto ni condiciones dignas.


¿Qué futuro espera a la docencia?

Si nada cambia, advierte Espejo, el sistema educativo corre el riesgo de quedarse sin recambio generacional. “Las condiciones laborales, la escasa protección al profesor y el control constante harán huir a los docentes del futuro”, asegura.

El temor es que se entre en un círculo vicioso: menos candidatos para las oposiciones, más plazas desiertas y más presión para bajar el nivel de exigencia. Una dinámica que, a juicio de muchos, supondría un golpe mortal a la calidad de la educación pública en España.

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