Durante años, el «Efecto Bruselas» ha sido la manifestación del poder regulatorio de la Unión Europea, un modelo que obliga a los países a seguir sus estándares gracias al atractivo de su amplio mercado interior. Sin embargo, varios expertos advierten que este enfoque se ha desmoronado y que Europa enfrenta una urgente necesidad de redefinir su dirección política hacia una mayor simplificación y competitividad. Luis Garicano, ex eurodiputado de Ciudadanos, lidera este movimiento crítico, sugiriendo que la prosperidad económica debe ser la prioridad absoluta para que la UE cumpla con sus otras responsabilidades, desde la defensa hasta la sostenibilidad ambiental.
Garicano y sus colegas académicos han propuesto una «nueva Constitución para la Innovación», que busca eliminar la «superstición de la regulación» y devolver al mercado interior su protagonismo. Entre sus propuestas, se incluyen cambios fundamentales en el proceso legislativo para evitar la fragmentación del mercado y enfoques más efectivos para la interpretación de las normas, como la creación de tribunales comerciales que puedan decidir en menos de 180 días. Este enfoque busca hacer más eficiente la administración del mercado único, un objetivo que consideran ha quedado en segundo plano frente a otras iniciativas geopolíticas.
La debilidad del sistema legislativo europeo radica en su complejidad y en la incentivación de la producción de leyes en lugar de su supervisión efectiva. Garicano sostiene que los funcionarios y diputados deben centrar sus esfuerzos en garantizar que las normas actuales se implementen adecuadamente, en lugar de seguir generando nuevas regulaciones que complican el panorama. Así, propone un proceso más dinámico y menos burocrático, donde la capacidad de respuesta y adaptación de la Unión Europea a las realidades del mercado sea la verdadera esencia de su éxito en el escenario global.
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