Por segundo año seguido, las calles de Moscú han sido testigo de un desfile inusualmente austero para conmemorar el 79º Día de la Victoria sobre el nazismo, destacándose la presencia solitaria del histórico tanque soviético T-34-85. Esta sobria conmemoración refleja una Rusia cuyos recursos militares se mantienen intensamente comprometidos en el frente de Ucrania, evidenciando así la seriedad con la que el presidente Vladímir Putin aborda la actual situación bélica, aún cuando afirma buscar evitar un conflicto global.
En su discurso del 9 de mayo, Putin reconoció que Rusia enfrenta un “período transitorio difícil” y aseguró que el país está listo para combatir cualquier amenaza, al tiempo que anunciaba maniobras nucleares tácticas en respuesta a la ayuda militar occidental a Kiev. Los significativos números de pérdidas materiales en el conflicto, con más de 3.000 carros de combate rusos fuera de combate según el medio especializado Oryx, no parecen mermar las capacidades a largo plazo de Rusia para sostener la ofensiva, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IIEE).
El evento de este año, marcado por una inusual ventisca primaveral, se vio limitado a unos 9.000 efectivos militares y una modesta exhibición de equipos terrestres y aéreos, destacando la ausencia de las unidades más emblemáticas y modernas del arsenal ruso. Esto contrasta fuertemente con los opulentos despliegues de fuerza de años anteriores, preinvasión, resaltando las consecuencias del prolongado compromiso militar en Ucrania.
Esta ceremonia, que solía ser una oportunidad para Rusia de demostrar su poderío militar, este año incorporó como novedad un pequeño grupo de veteranos de la guerra en Ucrania, resaltando la importancia que el Kremlin otorga a este conflicto. Sin embargo, la escasez de nuevo equipamiento militar, salvo por el blindado sanitario Linza, y la limitada muestra aérea, con la participación de un reducido grupo de aviones realizando la maniobra “Diamante Cubano”, marcaron un notable contraste frente a las espectaculares exhibiciones de antaño.
A pesar de la austeridad del desfile, no faltaron las muestras de desafío, con la exposición en Moscú de moderno equipo militar capturado a las fuerzas ucranianas, incluyendo tanques Abrams y Leopard 2, entre otros. Este acto simbólico sugiere una estrategia de propaganda destinada a resaltar los logros rusos en el campo de batalla.
El parco despliegue de este año ha sido motivo de burlas entre los críticos de Putin, no obstante, los analistas señalan que la decisión de limitar el desfile refleja una estrategia deliberada del Kremlin de conservar el enfoque en el conflicto ucraniano, más allá de las celebraciones. La inclusión de oficiales acusados de crímenes de guerra en un lugar destacado durante la ceremonia envía un mensaje claro de desafío y cohesión interna ante las acusaciones internacionales.
Así, en un momento en que el mundo observa con atención la evolución de la guerra en Ucrania y las tensiones geopolíticas resultantes, el Día de la Victoria en Rusia ha servido no solo como una remembranza histórica, sino también como un reflejo de la situación actual y los desafíos que enfrenta el liderazgo ruso en este contexto bélico y diplomático complejo.