Un dron iraní capta imágenes del principal buque de la Armada española en el Estrecho de Ormuz

Diez días han transcurrido desde el asesinato en Teherán de Ismail Haniya, notable figura del movimiento palestino Hamás, y aunque las promesas de represalias por parte de Irán contra Israel sonaron fuerte y claro, su ejecución aún no se materializa. En su lugar, Irán ha decidido mostrar su poderío militar y capacidades de vigilancia de una manera bastante pública y desafiante.

El escenario escogido para esta demostración ha sido el estratégico Estrecho de Ormuz, donde el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), la élite militar de Irán, hizo alarde de su tecnología. Un escuadrón de cuatro drones de fabricación iraní capturó imágenes de tres barcos de guerra occidentales mientras navegaban por estas aguas críticas. Entre los barcos se encontraba el portaaeronaves Juan Carlos I, joya de la Armada Española, acompañado por dos buques estadounidenses, uno de la clase San Antonio y otro de la clase Wasp.

A pesar de la expectación que tales imágenes pueden generar, la Armada Española no ha emitido declaración alguna confirmando o desmintiendo la cercanía del Juan Carlos I a las costas iraníes. Este incidente repercutió rápidamente en las redes sociales, seguido de cerca por una ceremonia castrense en Irán que celebró la incorporación de 2.640 sistemas de misiles y equipo militar avanzado a la Marina de Guerra de los Guardianes de la Revolución.

En medio de esta tensión, España optó por no unirse a la operación «Guardián de la Prosperidad», una misión liderada por EE.UU. para proteger la navegación comercial en el Mar Rojo y el Estrecho de Ormuz de posibles ataques de la milicia hutí, y tampoco participa en la misión Aspides de la Unión Europea con objetivos similares.

Mientras tanto, en el lado político de la escalada, las amenazas de represalia de Irán persisten. Ali Fadavi, uno de los altos mandos de los Guardianes de la Revolución, reafirmó el compromiso de su país con la venganza prometida por el líder supremo Alí Jamenei tras el asesinato del líder de Hamás. Sin embargo, las diferencias estratégicas dentro del liderazgo iraní parecen haber retrasado una respuesta inmediata. Mientras que el CGRI favorecería un ataque masivo directo contra Israel, el presidente Masoud Pezeshkian, considerado moderado dentro del contexto iraní, inclinaría la balanza hacia represalias más selectivas.

La elección de Pezeshkian en las recientes elecciones podría interpretarse como un deseo de evitar un conflicto a gran escala que podría arrastrar a la región a una guerra más amplia y posiblemente, involucrar directamente a Estados Unidos. Sin embargo, cualquier acción militar en este delicado momento corre el riesgo de intensificar aún más las tensiones no solo con Israel, sino también con otros actores regionales, complicando el ya tortuoso panorama en Oriente Próximo.

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