Ucrania ha decidido dar un paso significativo hacia la paz al aceptar la creación de una zona desmilitarizada en el Donbás, una concesión que refleja un cambio en su postura desde el inicio de la invasión rusa. Este acuerdo, que se gestó bajo la presión de Estados Unidos y con el apoyo de líderes europeos, demandaría una retirada conjunta de tropas de ambos bandos, con una fuerza internacional supervisando la región para prevenir nuevos conflictos. Este anuncio llega tras un encuentro entre el canciller alemán Friedrich Merz y el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, donde se abordaron las concesiones que Ucrania estaba dispuesta a considerar.
La propuesta incluye la definición de una franja desmilitarizada donde se requeriría la retirada de armamento, aunque algunos territorios continuarían bajo control ruso. Mykhailo Podolyak, negociador ucraniano, resaltó la importancia de establecer misiones de observación internacional para garantizar el cumplimiento del acuerdo. A pesar de la disposición ucraniana, las diferencias con Moscú persisten, especialmente en lo que respecta a la cesión formal de zonas del Donbás, un tema innegociable para Kiev, que insiste en que cualquier acuerdo debe ser validado a través de elecciones democráticas.
Mientras la Casa Blanca busca cerrar un acuerdo antes de Navidad, las negociaciones enfrentan desafíos relacionados con cuestiones territoriales y garantías de seguridad. Aunque Ucrania acepta un límite de 800.000 efectivos en su ejército, ha desistido de la solicitud de unirse a la OTAN en el corto plazo, buscando en su lugar un camino hacia la integración en la Unión Europea. Este complejo panorama sugiere que, aunque hay avances hacia la paz, las incertidumbres continúan pesando sobre el futuro del conflicto.
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