El primer ministro de Polonia, Donald Tusk, ha sacudido el panorama político y social del país al anunciar un cambio significativo en la legislación sobre el aborto, marcando un giro desafiante frente a las rígidas políticas que prevalecían hasta ahora en la nación predominantemente católica. Tusk, líder del partido Plataforma Cívica de tendencia conservadora, ha sorprendido al afirmar en su red social X que su gobierno priorizará la despenalización del aborto, así como el impulso a las asociaciones civiles. Este movimiento audaz contrasta fuertemente con las políticas del anterior gobierno ultraconservador de Ley y Justicia (PiS), bajo cuyo mandato se reforzaron algunas de las leyes más restrictivas de Europa respecto al aborto.
Desde su llegada al poder en 2023, tras reemplazar a un gobierno que había profundizado las divisiones en torno a esta temática, Tusk ha manifestado su intención de cambiar el rumbo, promoviendo un enfoque más liberal y considerado por muchos como necesario. La decisión responde también a una Polonia que se ha visto sacudida por protestas masivas, particularmente tras la decisión del Tribunal Constitucional en 2020 que prohibió el aborto por malformaciones fetales, limitando aún más las posibilidades de interrumpir legalmente un embarazo.
La coalición gobernante, una alianza compuesta por la Plataforma Cívica, La Nueva Izquierda, Polonia 2050, y el Partido Popular Polaco, enfrenta ahora el desafío de concertar posiciones dentro de un espectro político fragmentado, donde las opiniones sobre la despenalización del aborto varían significativamente. Mientras que algunos ven en la medida un avance hacia los derechos individuales y la modernidad, otros, dentro de la propia alianza y en la sociedad polaca, mantienen fuertes reservas.
El Parlamento Europeo ya había expresado su preocupación por las restricciones al aborto en Polonia, señalando el riesgo de que aumenten los procedimientos ilegales e inseguros. La actuación del gobierno polaco se inscribe, por tanto, en un contexto de presión internacional y demanda interna por reformas que garanticen mayor libertad y seguridad a las mujeres.
No obstante, la influencia de la Iglesia católica en Polonia no puede subestimarse. Representantes eclesiásticos como Leszek Gęsiak han denunciado la propuesta de despenalización del aborto, considerándola contraria a la protección de la vida. Este panorama refleja la complejidad de avanzar en derechos reproductivos en un país donde tradición y modernidad chocan frecuentemente.
A pesar de la división, el primer ministro Tusk parece decidido a llevar adelante su agenda de despenalización. «Es hora de tomar decisiones», sentenció, marcando posiblemente el comienzo de una nueva era en la política de derechos reproductivos en Polonia. El debate está lejos de concluir, pero lo que es evidente es que Polonia se encuentra en una encrucijada histórica, navegando entre su herencia conservadora y las demandas de una sociedad cada vez más inclinada hacia el progresismo.