Turquía en el Tablero Sirio: Diseñando los Contornos de un Nuevo Futuro

Pasó desapercibido para el mundo exterior, pero en octubre, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, insinuó que pronto habría «buenas noticias» desde Siria. Pocas semanas después, una coalición de rebeldes sirios liderada por Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y respaldada por Turquía había derrocado el largo y brutal gobierno de Bashar al Asad.

La ofensiva relámpago que llevó a la caída del régimen no fue organizada por Turquía, pero tampoco podría haber sucedido sin la aprobación y el apoyo tácito de Ankara. Esto otorga a los líderes turcos influencia en la dirección futura de Siria. Sus intenciones en el país también podrían servir a los intereses europeos, siempre que las partes logren una fórmula pacífica para encontrar un lugar para los kurdos en Siria.

HTS no es uno de los apoderados directos de Turquía dentro del campo rebelde. Sin embargo, el grupo había cultivado durante mucho tiempo una estrecha relación de trabajo con Ankara, ya que los rebeldes controlaban Idlib, una provincia en la frontera turca en el norte de Siria. Los tres millones de sirios que viven en esta zona han dependido de Turquía para recibir ayuda internacional y seguridad.

Con el tiempo, los funcionarios turcos desarrollaron una relación con el enigmático líder de HTS y ahora presidente transicional de Siria, Ahmed al-Sharaa. Esto otorga a Ankara una influencia sustancial sobre el grupo.

Los líderes de Turquía ahora buscan dar forma al futuro gobierno de Siria, no solo en términos de estabilidad, sino también moldeando un sistema que refleje su propia visión política. Las élites conservadoras turcas se sentirían cómodas con que Siria emergiera como una imagen de la propia Turquía: conservadora, competitiva y centralizada, incluso si esto significa que una mayoría suní radical domine el panorama político.

Aun así, los políticos turcos han instado a los nuevos líderes sirios a establecer un gobierno de transición «inclusivo» que pueda estabilizar las relaciones con las diversas comunidades del país, desde los kurdos hasta los drusos, y que cumpla con las exigencias internacionales de representación y moderación.

La cuestión de la moderación y la tolerancia en Siria está vinculada a si sus nuevos gobernantes siguen siendo yihadistas en el fondo. Sharaa tiene en su historial tanto al grupo Estado Islámico (ISIS) como a Al Qaeda, aunque HTS terminó combatiendo a ambos. Según funcionarios turcos con los que hablé, la influencia de Turquía en el norte de Siria ayudó a moderar a HTS en su administración de Idlib.

Más allá de la ideología y el gobierno, el interés de Turquía en Siria es profundamente económico. La caída del régimen de Asad ha abierto lucrativas oportunidades. Aunque Turquía no tiene los fondos para reconstruir el país devastado por la guerra, cuenta con una gran industria de la construcción, bienes de consumo y ya es el actor económico dominante en el norte de Siria. Las acciones de las empresas constructoras turcas se dispararon tras la noticia de la caída de Asad, ya que se beneficiarán enormemente de la reconstrucción siria.

Erdogan instruyó a sus ministros de Energía y Transporte para que ayudaran en los primeros esfuerzos de recuperación del deteriorado sistema energético e infraestructura de Siria. Los líderes turcos parecen ansiosos por sentar las bases de una historia de éxito sobre las ruinas del colapsado régimen baazista. Un resultado exitoso expandiría la zona de influencia de Turquía y otorgaría a Siria legitimidad internacional.

Sin embargo, la estabilidad en Siria no se trata solo de reconstrucción; también depende de resolver la cuestión kurda. Aquí es donde las prioridades de Turquía divergen drásticamente de las de los kurdos sirios y sus aliados occidentales. Turquía ha combatido el separatismo kurdo durante décadas y ha luchado por definir un papel específico para los kurdos más allá de los derechos culturales dentro de su modelo de gobierno centralizado. Una de sus principales preocupaciones en Siria es cuánta autonomía obtendrán los kurdos, ya que esta cuestión ahora está entrelazada con el problema kurdo dentro de Turquía.

El gobierno turco considera a las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), una rama del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), como un grupo militante que tanto Estados Unidos como Turquía designan como organización terrorista. Las SDF cuentan con una fuerza militar de aproximadamente 100.000 hombres y mujeres, y su administración autónoma autodeclarada cubre un tercio del territorio sirio y el 70% de los recursos de petróleo y gas. Ankara ve el autogobierno kurdo como una amenaza a su estructura unitaria.

Pero Turquía enfrenta un problema: Estados Unidos tiene 2.000 soldados desplegados junto a las SDF. A pesar de numerosas operaciones militares en Siria y disputas diplomáticas con Washington, Turquía no ha logrado romper la relación de EEUU con el grupo. Sin embargo, la rápida caída del régimen sirio y la llegada de Donald Trump podrían brindarle a Ankara la oportunidad de limitar la autonomía kurda.

Scroll al inicio