En una reveladora tercera entrega de El diario de Jorge, las cámaras capturaron un episodio tan intrigante como espeluznante, donde el mundo de lo paranormal encontró un inusual espacio en la televisión de horario estelar. La temática de la noche giró en torno a las historias de fantasmas, pero fue el singular relato de una de las invitadas lo que robó la atención y desató un ambiente de inquietud y fascinación.
La protagonista de este peculiar encuentro no llegó sola al plató; la acompañaban un par de muñecas antiguas, testigos mudos de una era pasada, pero presuntos portadores de misteriosos secretos y energías. La petición de la mujer hacia Jorge Javier Vázquez, el conocido presentador, de sujetar una de estas muñecas, desató un visible malestar en él. La escena cobró un matiz aún más surrealista cuando se reveló que uno de los muñecos estaba bajo el efecto de un conjuro maléfico desde hace 100 años, lo que supuestamente invirtió la posición de sus piernas.
Pero el descontento no se limitó a las reacciones del presentador. Antonio, esposo de la protagonista, expresó su hartazgo ante las cámaras sobre la presión de convivir con una incesante colección de muñecas que, según él, cobraban vida en la oscuridad de la noche. Su petición era clara y directa; deseaba liberarse de la pesada presencia de estos objetos en su entorno más íntimo.
El escepticismo se palpaba en el aire cuando otro muñeco fue introducido en escena por Davinia, quien aseguraba que una peluca que adornaba la cabeza de la muñeca, hecha con cabello de difunta, era la morada de un espíritu. La situación tomó un giro aún más extraño con la afirmación de que su hogar actuaba como portal a otras dimensiones, invitando tanto a entidades benignas como malignas.
La atmósfera en el plató se cargó con una mezcla de incredulidad y curiosidad, mientras las luces titilaban, y las sombras jugaban en las esquinas, enarbolando la interrogante sobre la delgada línea que separa la realidad de lo sobrenatural.
La transmisión de este episodio de El diario de Jorge no solo capturó el interés de una audiencia ávida de historias extraordinarias, sino que puso de manifiesto el poder que las creencias y lo desconocido ejercen sobre la mente humana, en un encuentro televisivo que rebasó los límites de lo ordinario.