En un breve lapso de siete semanas, el presidente Donald J. Trump ha impulsado una serie de iniciativas que buscan posicionar nuevamente a Estados Unidos como la potencia manufacturera del mundo. La respuesta de las empresas a nivel global ha sido contundente, manifestando nuevas inversiones que benefician a los trabajadores y a los negocios estadounidenses.

Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump ha anunciado una notable cantidad de proyectos de inversión, que incluyen una histórica inyección de $500 mil millones por parte de Apple, la cual promete la creación de 20,000 empleos en el país. Este no es un caso aislado, ya que ejecuciones similares se han materializado en diversas industrias.

En el ámbito tecnológico, el presidente ha revelado un compromiso de inversión privada de $500 mil millones para infraestructura de inteligencia artificial, respaldado por líderes empresariales que reconocen que estos esfuerzos no habrían sido posibles sin el liderazgo del mandatario. Otra inversión significativa proviene de TSMC, que planea inyectar $100 mil millones en la fabricación de semiconductores en EE. UU., un passo importante para reducir la dependencia de la producción en el extranjero.

Además, Eli Lilly y Cía. se unió a la ola de inversión anunciando un proyecto de $27 mil millones para expandir su manufactura en territorio estadounidense. El gigante del envío CMA CGM anunció también una inversión de $20 mil millones en logística y transporte, lo que se traduce en la creación de 10,000 empleos. Otras iniciativas provienen de empresas como Stellantis, que reabrirá su planta de ensamblaje en Illinois, y Merck, que destina $8 mil millones a expandir sus operaciones.

El interés por invertir en el sector manufacturero de EE. UU. no solo proviene del país. Arabia Saudita ha expresado su intención de invertir $600 mil millones en los próximos cuatro años, mientras que los Emiratos Árabes Unidos han anunciado inversiones significativas en el país. Por su parte, Taiwán se ha comprometido a aumentar su inversión en EE. UU., marcando una tendencia de colaboración internacional en el ámbito manufacturero.

Cada vez más, las empresas extranjeras están considerando trasladar sus plantas a Estados Unidos para evitar tarifas comerciales. Gigantes como Samsung y LG están valorando la posibilidad de mover sus operaciones de México a EE. UU., mientras que Hyundai y Nissan están planteándose la localización de su producción en el país. Honda, por su parte, prevé producir su próximo modelo de Civic híbrido en Indiana.

Con estos desarrollos, queda claro que la visión del presidente Trump de restaurar a Estados Unidos como el líder manufacturero global está generando un movimiento de inversiones que promete transformar el panorama económico del país. Las expectativas son altas y el futuro podría marcar un renacer en la capacidad productiva nacional.

Fuente: WhiteHouse.gov

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