A dos meses del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, la Unión Europea se ha convertido en el blanco de sus críticas y amenazas. Con declaraciones incendiarias en las que acusa al bloque de ser una de las autoridades más hostiles y abusivas en materia de impuestos y aranceles, Trump ha dejado claro que su segundo mandato estará marcado por una confrontación directa con Bruselas. Frente a esta ofensiva, Europa está lejos de mostrarse indefensa, preparando una serie de respuestas económicas y regulatorias que podrían cambiar las reglas del juego.
El presidente estadounidense ya ha implementado aranceles del 25% sobre el acero y el aluminio europeos, amenaza la soberanía territorial de Europa, cuestiona su modelo digital y político, y modifica el compromiso militar estadounidense con el continente. Sin embargo, el reporte del European Council on Foreign Relations (ECFR) sugiere que Europa tiene más cartas de las que parece contra la coerción de Trump.
El informe titulado «Brussels hold’em: European cards against Trumpian coercion» detalla las estrategias europeas frente a la guerra comercial en ciernes, incluyendo la posibilidad de imponer aranceles recíprocos y la utilización del recién aprobado Instrumento Anti-Coerción (ACI) para imponer contramedidas rápidas y coordinadas contra actores que intenten intimidar a un Estado miembro.
En términos de regulación, Europa podría aplicar gravámenes del 20% a todas las importaciones estadounidenses y tarifas selectivas de hasta el 100% a bienes agrícolas y de consumo específicos. Además, podría potenciar restricciones en el acceso al mercado europeo de productos y servicios estadounidenses mediante el endurecimiento de estándares ambientales, sanitarios y tecnológicos.
Una de las áreas en las que Europa podría ejercer mayor presión es el ámbito tecnológico, donde gigantes estadounidenses como Google y Amazon generan ingresos sustanciales. A través de legislaciones como la Ley de Servicios Digitales (DSA) y la Ley de Mercados Digitales (DMA), Europa tiene la capacidad de imponer multas y restrictciones a estas compañías.
Otro aspecto crucial es la soberanía tecnológica y energética de Europa. El informe sugiere medidas como restringir la participación de empresas estadounidenses en la contratación pública europea y endurecer los controles de inversión extranjera directa. También se contempla la posibilidad de reforzar los controles a la exportación de tecnología avanzada y bloquear la venta a EE.UU. de componentes clave en los que Europa es líder.
El sector financiero no queda fuera de la estrategia europea, proponiéndose la reducción de tenencias europeas de deuda estadounidense y la promoción de la desdolarización del comercio. Asimismo, se sugiere impulsar el uso del euro como moneda de reserva alternativa y desarrollar un sistema alternativo de pagos independiente de EE.UU.
La pregunta que permanece es si Europa mostrará la unidad y decisión necesarias para llevar a cabo estas estrategias. Con el segundo mandato de Trump ya en marcha, la capacidad de Europa para jugar sus cartas será determinante para la estabilidad de la relación transatlántica en los próximos años.