En una declaración que ha tenido resonancia global, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha reconocido que la implementación de su política arancelaria conllevará «coste y problemas de transición», aun asegurando optimistamente que «al final todo irá bien». Esta afirmación se produjo en el contexto de una reunión de su gabinete, marcando una rara admisión de los posibles efectos económicos inmediatos de sus decisiones en materia de comercio internacional.
A pesar de las preocupaciones expresadas por varios sectores, Trump se mostró confiado en el éxito a largo plazo de su estrategia, enfatizando el trabajo conjunto con numerosos países y la expectativa de resultados positivos. Como parte de sus recientes acciones en este ámbito, el mandatario ha instaurado una pausa de 90 días en la imposición de aranceles previamente anunciada el 2 de abril para todos los socios comerciales de Estados Unidos, con la notable excepción de China. En un movimiento sorpresivo, los aranceles contra el gigante asiático fueron incrementados hasta un 125%, situando el porcentaje total de tarifas sobre ese país en un impresionante 145%.
Trump ha destacado que, como resultado de estas medidas, Estados Unidos está generando ingresos aproximados de 2.000 millones de dólares diarios, una cifra que podría alcanzar los 3.500 millones, reforzando su posición como una nación económicamente robusta. Estas declaraciones han sido acompañadas de datos recientes del Buró de Estadísticas Laborales (BLS), que indican una reducción en el Índice de Precios al Consumo (IPC) hasta un 2,4% interanual en marzo, sugiriendo una moderación en el nivel de precios y, según Trump, evidenciando una “muy escasa inflación”.
La implementación de aranceles, según Trump, es una acción que Washington «debería haber realizado hace muchos años», criticando las políticas anteriores por permitir que ciertos países se beneficiaran desmedidamente a costa de Estados Unidos. Subraya este punto señalando la necesidad de revertir lo que considera una «fórmula insostenible» para el país.
Además, el gobierno ha anunciado que, aparte de China, la mayoría de los socios comerciales de EE. UU., incluida la Unión Europea, se enfrentarán a un arancel reducido del 10% durante los próximos tres meses, en lugar de las tarifas más elevadas que se habían anunciado pero que solo estuvieron en vigor durante algunas horas. Esta “pausa” en la guerra arancelaria ha sido justificada por Trump como una medida destinada a calmar los mercados y a la población, que comenzaba a mostrar signos de nerviosismo y temor ante las repercusiones económicas globales.
Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional, reconoció que la subida en los rendimientos de la deuda de EE. UU. añadió una cierta “urgencia” a la decisión de moderar temporalmente la estrategia arancelaria. Este conjunto de acciones e indicadores económicos pone de manifiesto la complejidad de la política comercial de Estados Unidos y su impacto potencial tanto a nivel nacional como internacional, en un contexto de incertidumbre económica y tensiones geopolíticas.