En un movimiento que ha sacudido tanto el ámbito político como el internacional, Donald Trump propuso un cambio de nombre al Golfo de México, sugiriendo que se llame «Golfo de América». Este anuncio se produce en un momento en el cual el exmandatario ha estado promoviendo ideas que muchos califican como expansionistas, incluyendo la recuperación del canal de Panamá y la adquisición de Groenlandia. La propuesta fue presentada durante una conferencia en Mar-a-Lago, donde Trump afirmó que el nuevo nombre sería más representativo de la grandeza estadounidense.
La reacción de México no se hizo esperar. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, respondió con ironía a la sugerencia de Trump, proponiendo a su vez renombrar Norteamérica como «América mexicana». A través de un mensaje en Twitter, reforzó su punto de vista aludiendo a las profundas raíces históricas del actual nombre del golfo, destacando un mapamundi de 1607 que muestra el reconocimiento internacional del término «Golfo de México».
El debate sobre el cambio de nombre ha trascendido lo anecdótico para tocar cuestiones de derecho marítimo e internacional. Expertos señalan que cualquier modificación requeriría la aprobación de organismos tales como la Organización Hidrográfica Internacional (OHI) y un consenso entre todos los países ribereños del golfo, incluyendo Estados Unidos, México y Cuba. Esta tarea se presenta como poco viable dada la complejidad de lograr un acuerdo multilateral en este sentido.
Además, el Golfo de México juega un papel fundamental en términos económicos, ecológicos y climáticos a nivel mundial. Es hogar de más de 300 especies vitales para la pesca local, con una producción anual que excede el millón de toneladas. Un cambio en su denominación tendría, por ende, implicaciones legales extensas, afectando cartas náuticas, mapas y documentos oficiales de varios países.
La controversia generada por las últimas declaraciones de Trump se suma a otras críticas dirigidas hacia el exmandatario, quien también aprovechó la ocasión para señalar a Canadá y México por presuntas faltas en acuerdos comerciales y de seguridad. Destacó, particularmente, el problema del tráfico de fentanilo desde México hacia Estados Unidos, prometiendo tomar medidas fuertes, incluidos posibles nuevos aranceles, si la situación no mejora.
Los planes de Trump, aunque calificados por muchos como impracticables, reflejan su determinación de impulsar su agenda política. Con promesas de revertir órdenes ejecutivas de su antecesor y de marcar el inicio de una «nueva etapa dorada» para Estados Unidos, el magnate continúa causando división tanto a nivel nacional como internacional, en un momento en que su figura sigue despertando pasiones encontradas.
