En una reciente parada de campaña en Greensboro, Carolina del Norte, Donald Trump, el expresidente de Estados Unidos y actual candidato presidencial republicano, volvió a generar controversia con sus declaraciones, esta vez al prometer que buscará implementar la pena de muerte para los migrantes que sean convictos de asesinar a ciudadanos estadounidenses o agentes del orden. Este audaz anuncio, que marca una de sus propuestas más extremas hasta la fecha contra la inmigración, fue hecho ante una multitud que lo aclamaba, asegurando que «el Congreso lo va a aprobar».
Trump, que se encuentra en una estrecha carrera hacia las elecciones presidenciales, eligió Carolina del Norte, un estado crítico con 16 votos electorales y donde las encuestas apuntan a una cerrada disputa con la vicepresidenta Kamala Harris. A pesar de los efectos devastadores del huracán Helene, que el mes pasado dejó más de 230 muertos en el estado, Trump prefirió centrar su discurso en su conocida retórica antiinmigrante en lugar de abordar la recuperación del desastre, impulsando con ello su agenda de «fronteras abiertas» a criminales.
La propuesta de Trump se inserta en un contexto político donde, a pesar de sus afirmaciones, encuestas como la reciente publicada por Gallup indican que la economía sigue siendo el tema dominante de preocupación para los votantes estadounidenses. Según esta encuesta, un 52 % considera las posiciones de los candidatos sobre la economía como «extremadamente importantes» para su voto, mientras que la inmigración se ubicó en quinto lugar entre 22 temas.
En su discurso, Trump no solo prometió renovar sus esfuerzos por las deportaciones masivas y endurecer las penas para aquellos migrantes que regresen al país tras ser expulsados, sino que también criticó duramente a su rival, la vicepresidenta Harris, tildándola de «perezosa» y de tener un «bajo coeficiente intelectual». Además, se vanaglorió del apoyo recibido por parte de los trabajadores de la Patrulla Fronteriza, quienes se enfrentan a lo que él describe como una crisis en la frontera sur, donde supuestamente delincuentes, traficantes de drogas y violadores ingresan al país.
Mientras tanto, importantes figuras como Elon Musk han mostrado su respaldo a Trump, argumentando consecuencias económicas negativas en caso de no hacerlo. Este complejo escenario político y social pone de manifiesto las profundas divisiones en Estados Unidos con respecto a la política de inmigración, seguridad fronteriza, y el futuro de la administración de justicia en el país. Con la carrera presidencial en pleno desarrollo, la propuesta de Trump ha avivado el debate sobre la dureza de las medidas contra la inmigración ilegal y sus posibles implicaciones para la sociedad estadounidense.