Durante una reciente conferencia en la Casa Blanca, el presidente estadounidense, Donald Trump, expresó su frustración por la negativa del gobierno español a aumentar su gasto en defensa al 5% del PIB, tal como él ha solicitado a los miembros de la OTAN. En un tono provocador, insinuó que España podría ser «expulsada» de la alianza si no se ajusta a estas demandas. Sus comentarios, que fueron parte de un intercambio con el presidente de Finlandia, Alexander Stubb, reflejan un creciente descontento con la postura de España en relación a sus obligaciones dentro de la organización militar.
Trump no dudó en calificar a España como «un país rezagado» que no tiene excusa para no cumplir con los compromisos acordados. A pesar de que el gobierno de Pedro Sánchez defendió su posición, argumentando que el objetivo de gastar el 2,1% del PIB es suficiente dadas sus capacidades actuales, otros líderes de la OTAN han abogado por un cumplimiento más estricto. La tensión se agrava en un contexto de crecientes amenazas globales, con documentadas preocupaciones sobre la ciberseguridad y la influencia rusa en la región.
Las dudas sobre el compromiso de España han resonado en otras naciones de la OTAN, especialmente en los países bálticos y nórdicos, que enfatizan la necesidad de que todos los miembros cumplan con sus obligaciones. Mientras el debate sigue, el desafío para España es equilibrar sus limitaciones presupuestarias con la creciente presión internacional para garantizar una defensa robusta y eficaz, especialmente en tiempos de incertidumbre.
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