La presidencia de Donald J. Trump ha estado marcada por un enfoque agresivo hacia el control de la inflación, algo que presentó como una de sus prioridades más urgentes. Tras asumir el cargo, prometió revertir el desastre económico que dejó su predecesor y, según sus últimas declaraciones, ha logrado avances significativos en ese sentido.
A lo largo de los últimos 11 meses, Trump ha informado que la inflación se ha reducido a más de la mitad, con precios de gasolina cayendo drásticamente y un crecimiento en los salarios reales, en un contexto donde otros costos del hogar comienzan a estabilizarse. Esta realidad, que se presenta como un alivio para muchos estadounidenses, contrasta marcadamente con la situación que vivieron bajo la administración de Joe Biden, donde los niveles de inflación alcanzaron su punto máximo y se registraron incrementos históricos en precios de bienes básicos.
Desde la Casa Blanca, defensores de Trump han señalado que la inflación promedio bajo Biden se situó en un 5%, y que en su pico alcanzó el 9.1%. En contraste, la gestión actual muestra una cifra promedio de 2.7% en inflación, lo que se interpreta como un indicio alentador de que los problemas económicos heredados están siendo abordados. Esta reducción también se refleja en la primera caída general de precios desde 2020, lo que permite a los consumidores respirar con un poco más de tranquilidad.
Los datos también sugieren que los precios de los alimentos, como los huevos, la mantequilla y el pavo para el Día de Acción de Gracias, han comenzado a declinar. Esto sucede en un contexto donde otros artículos de uso diario, desde productos de higiene personal hasta alimentos y limpieza para el hogar, han visto rebajas apreciables en sus precios.
Además de la baja en la inflación, Trump destaca que los estadounidenses están experimentando un aumento en sus ingresos reales, que habían disminuido considerablemente bajo la administración anterior. La estadística revela que los salarios están comenzando a crecer más rápido que la inflación, lo que significa que los trabajadores, en general, están viendo un aumento de más de $1,000 anuales en sus ingresos ajustados, lo que brinda un respiro a familias que habían sentido el embate económico.
En el ámbito del combustible, los estadounidenses están pagando menos por la gasolina que en años anteriores. La caída de los precios ha llevado a que en varias regiones del país se pueda encontrar gasolina por menos de $3 el galón, e incluso en algunos estados, debajo de $2 el galón. Este tipo de cambios son significativos en un momento en que cada centavo cuenta para el presupuesto familiar.
El panorama para los alquileres y las hipotecas también muestra signos de mejora. Con tasas de interés de las hipotecas disminuyendo, se estima que los nuevos propietarios pueden ahorrar hasta $3,000 anuales. Según datos recientes, la inflación en el sector de la vivienda alcanza su punto más bajo en cuatro años, lo que permite a más estadounidenses acceder a casas asequibles.
Sin embargo, a pesar de estos indicadores positivos, desde la administración Trump se reconoce que aún queda trabajo por hacer. La implementación de recortes fiscales significativos y esfuerzos para desregular el mercado tienen como objetivo ayudar a reducir aún más el costo de vida, brindando así más beneficios a los contribuyentes estadounidenses.
La narrativa que se está construyendo presenta a Trump no solo como un líder enérgico, sino como un reformador que busca revertir daños económicos previos y proporcionar estabilidad en tiempos inciertos. Con un enfoque en continuar esta tendencia de reducción de precios y en el crecimiento económico, la administración actual se aferra a la esperanza de un futuro más brillante para los ciudadanos norteamericanos.
Fuente: WhiteHouse.gov
















