La reciente serie de órdenes ejecutivas firmadas por el presidente Trump marca un punto de inflexión en la política energética de Estados Unidos, con el ambicioso objetivo de revivir la industria nuclear del país. En este contexto, Trump se propone iniciar lo que muchos están llamando un renacimiento nuclear, una etapa que podría reposicionar a Estados Unidos como un líder en la tecnología nuclear moderna.
A través de esta serie de decretos, la administración está estableciendo un camino claro para probar rápidamente nuevos diseños de reactores nucleares y construir instalaciones a gran escala, un proceso que había estado paralizado durante décadas. A pesar del estancamiento que ha caracterizado la industria nuclear desde finales de los años setenta, impulsado en gran parte por el accidente de Three Mile Island, la visión de un futuro alimentado por energía nuclear parece estar resurgiendo.
Desde la creación de la Comisión Reguladora Nuclear (NRC) en 1975, la política sobre energía nuclear ha estado marcada por una serie de regulaciones complejas que, aunque destinadas a garantizar la seguridad, han dificultado el desarrollo y despliegue de nuevas tecnologías. Esto, sumado a la disminución del enfoque en la investigación nuclear en laboratorios nacionales y la falta de inversión privada, ha llevado a una paralización en la construcción de nuevos reactores, con solo tres plantas comercialmente operativas en los últimos 30 años.
Sin embargo, el presidente parece haber determinado que es el momento oportuno para superar esos obstáculos. Su plan no solo busca aumentar la capacidad nuclear del país, sino también revitalizar la cadena de suministro nacional de energía, un aspecto crítico para la seguridad nacional. La meta es expandir la capacidad nuclear de Estados Unidos de 100 GW a 400 GW para el año 2050, lo que podría transformar significativamente el panorama energético del país.
Entre las medidas propuestas, se encuentra la intensificación de los esfuerzos de prueba en los laboratorios nacionales del Departamento de Energía, la construcción de reactores en terrenos federales para fortalecer la seguridad nacional y una reforma cultural dentro de la NRC para acelerar los procesos de licenciamiento. Estas acciones están diseñadas para reducir la incertidumbre regulatoria y fomentar la innovación.
El renacimiento nuclear no solo se considera crucial para el futuro energético del país, sino también para su competitividad internacional. Con la promesa de electricidad confiable y asequible, el presidente Trump parece decidido a dar un nuevo impulso a la energía nuclear, que actualmente representa aproximadamente el 19% de la electricidad generada en Estados Unidos. En un momento en que las energías renovables aún luchan por alcanzar su pleno potencial, la expansión de la energía nuclear podría ofrecer una solución viable y sostenible.
Al igual que el presidente Eisenhower en su discurso de 1953, que prometió que la energía nuclear sería un recurso para la paz, el actual líder estadounidense se plantea un futuro donde la tecnología nuclear no solo sea un símbolo de avance, sino también una herramienta fundamental para garantizar el bienestar y la seguridad de la nación. Mientras tanto, la comunidad científica y los innovadores de la industria observan con interés las desarrollos y se preparan para capitalizar las nuevas oportunidades que puedan surgir en este entorno renovado.
Fuente: WhiteHouse.gov