En un movimiento que ha sacudido la política internacional, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado en una aparición pública desde su mansión de Mar-a-Lago en Florida su disposición a utilizar medidas de presión militar o económica para asegurar el control sobre dos áreas geográficas clave: el canal de Panamá y el archipiélago de Groenlandia. Este último, un territorio ártico dependiente de Dinamarca, ha sido objeto de interés especial por parte de Trump, quien ha contemplado incluso su adquisición.
Trump ha calificado de «desgracia» la situación actual del canal de Panamá, criticando duramente la decisión del expresidente Jimmy Carter de ceder el control del paso por tan solo un dólar, en un acuerdo que supuestamente beneficiaría a Estados Unidos. El magnate ha asegurado que ya se está considerando un plan para recuperar el control del canal, reflejando su descontento con las condiciones actuales y subrayando la importancia estratégica y económica de este punto para su país.
Paralelamente, Trump ha propuesto un cambio audaz en la toponimia regional: renombrar el golfo de México como el golfo de América. Esta propuesta, además de otros comentarios dirigidos hacia México y Canadá, remarca la agenda nacionalista del presidente electo, enfocada en reivindicar la influencia y el poder estadounidense en la región.
Su comparecencia también ha sido aprovechada para manifestar amenazas de imponer nuevas tarifas a Mexico y tomar medidas económicas contra Canadá, lo que sugiere un posible endurecimiento en las relaciones comerciales con estos países vecinos. Trump ha vinculado directamente estas medidas con la necesidad de frenar la migración y ha reafirmado su compromiso de renombrar el golfo de México como parte de su visión geopolítica.
En el ámbito de política internacional, Trump ha anunciado una inversión significativa de 20.000 millones de dólares destinada a la construcción de centros de datos en Estados Unidos, reafirmando su visión de un país fuerte tanto militar como económicamente. A su vez, ha criticado la gestión de la actual Administración en distintos frentes, incluyendo políticas energéticas y su enfoque hacia el conflicto en Oriente Medio, prometiendo revertir muchas de las decisiones tomadas por su predecesor.
Finalmente, ha acusado a la administración saliente de utilizar el sistema judicial como un arma política, algo que ve como un ataque directo hacia él y sus seguidores, y ha planteado la posibilidad de indultar a aquellos convictos por su participación en el asalto al Capitolio hace cuatro años, en una movida que solidifica su postura frente a su base de apoyo y sus críticos.
El conjunto de declaraciones de Trump refleja un enfoque de política exteriores y domésticas que probablemente intensificará las tensiones tanto dentro de Estados Unidos como en el escenario global, marcando el tono para lo que será una presidencia sin duda controvertida.