En el primer día de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Donald Trump centró su discurso en la crítica al reconocimiento de Palestina como Estado por parte de varias naciones, describiéndolo como un «premio demasiado alto para los terroristas de Hamás». Durante su intervención, que se prolongó por casi una hora, el presidente estadounidense llamó a recordar los eventos del 7 de octubre de 2023 y pidió el cese de la guerra en Gaza, sugiriendo que la solución al conflicto radica en la liberación de rehenes y en evitar ceder a demandas de rescate.
Mientras en los alrededores de la sede de la ONU algunos países, incluyendo Francia y el Reino Unido, declaraban su apoyo al reconocimiento palestino, Trump defendía su enfoque unilateral, cuestionando la eficacia de la organización ratificando que, a su juicio, ésta no había hecho lo suficiente para resolver conflictos globales. En su discurso, enfatizó su rol en acabar con múltiples guerras en un corto plazo y no dudó en poner en tela de juicio el papel de la ONU, argumentando que sus iniciativas a menudo se limitan a expresar palabras contundentes sin acción efectiva.
Además de su crítica a la política exterior relacionada con el conflicto israelo-palestino, Trump se dirigió a Europa, cuestionando su manejo en temas migratorios y medioambientales y aseverando que el cambio climático es una farsa. Alegó que la economía de Estados Unidos se encuentra en su mejor momento y advirtió sobre acciones futuras en caso de que no se logre un alto el fuego en Ucrania. Su discurso, cargado de afirmaciones y promesas, refleja las posturas polarizadoras que siempre han caracterizado su gestión.
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