La reciente orden ejecutiva del presidente de los Estados Unidos marca un hito en el camino hacia la revitalización del sector nuclear del país, que ha estado prácticamente estancado en las últimas décadas. La iniciativa, que se enmarca dentro de un contexto más amplio de emergencia energética nacional, busca reformar el proceso de prueba y validación de nuevos reactores nucleares en el Departamento de Energía (DOE).
El presidente subraya la crucial necesidad de diversificar y asegurar un suministro energético fiable y asequible que permita impulsar la innovación en tecnologías avanzadas, manufactura, y otras industrias esenciales. A lo largo de la historia, Estados Unidos ha liderado el desarrollo de la energía nuclear, pero la falta de avances significativos en el despliegue de nuevas tecnologías en este ámbito ha permitido que otras naciones avancen más rápidamente en este campo.
El documento establece que el objetivo principal es promover la innovación nuclear y acelerar el desarrollo de tecnologías nucleares avanzadas, que incluyen reactores modulares pequeños y microreactores. Estas nuevas tecnologías no solo prometen mejorar la seguridad y eficiencia de las plantas nucleares, sino que también podrían ser la clave para abordar desafíos en sectores tan diversos como la producción de hidrógeno, la fabricación de microchips, y la desalinización de agua.
Un aspecto central de la reforma es la definición de “reactores de prueba calificados”, que serán aquellos capaces de demostrar su viabilidad técnica y financiera en un plazo de dos años tras la presentación de una aplicación completa. El secretario de Energía tiene un papel protagonista en este proceso, encargado de guiar la creación de nuevas normativas y procedimientos para la revisión y aprobación de proyectos, mejorando así la agilidad en el lanzamiento de estas iniciativas.
La orden también introduce un programa piloto que facilitará la construcción y operación de reactores fuera de los laboratorios nacionales, estableciendo un objetivo ambicioso: alcanzar la criticalidad en al menos tres nuevos reactores para el 4 de julio de 2026. Esta medida busca no solo renovar el interés local por la energía nuclear, sino también hacer frente a desafíos geopolíticos derivados de la dependencia en tecnologías nucleares desarrolladas en el extranjero.
Asimismo, la reforma incluye una revisión del proceso de evaluación ambiental bajo la Ley Nacional de Política Ambiental (NEPA) para acelerar las autorizaciones necesarias, lo que permitirá una respuesta más rápida a las solicitudes de infraestructura nuclear. El enfoque está claro: reducir la burocracia y fomentar la colaboración entre el DOE y los innovadores en el sector nuclear.
En un contexto en el que la transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles es más urgente que nunca, la orden ejecutiva busca no solo revitalizar la capacidad nuclear de Estados Unidos, sino que también establece un marco que podría resituar al país como líder en tecnología nuclear en el escenario mundial. Con el impulso adecuado, la administración busca que esta alianza entre el gobierno y el sector privado vuelva a transformar el paisaje energético norteamericano, haciendo de la energía nuclear una opción viable y revolucionaria para el futuro.
Fuente: WhiteHouse.gov