En un reciente e implacable ataque aéreo, la Franja de Gaza se vio sacudida por la muerte de al menos 22 palestinos, incluidos dos niños y una mujer, según datos proporcionados por la agencia de noticias palestina Wafa. Este acto violento es parte de una serie de ataques lanzados desde el aire por las fuerzas israelíes, que han tenido como blanco viviendas de civiles en el territorio.
Dentro del trágico número de fallecidos, se encuentra Tamer Meqdad, un periodista palestino, quien perdió la vida junto con su hija y varios miembros de su familia, luego de un bombardeo sobre su hogar localizado en el barrio de Tal al Zaatar, al norte de la Franja. Este incidente pone de relieve el peligro extremo al que se enfrentan los trabajadores de medios en la región. Según el Centro de Protección de Periodistas Palestinos (PJPC), más de 200 periodistas, incluyendo reporteros, cámaras e ‘influencers’, han sido asesinados desde el inicio de la ofensiva israelí en octubre de 2023.
Otro ataque similar al este de Jan Yunis, en el sur de Gaza, resultó en la muerte de diez personas después de que cazas israelíes destruyeran una casa familiar. Los cuerpos de las víctimas fueron llevados al hospital Europeo de Gaza, detalló la fuente.
La escalada de violencia ocurre a un mes de que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ordenara retomar los bombardeos sobre Gaza, terminando con un cese al fuego que había durado casi dos meses. Desde entonces, Israel ha bombardeado continuamente el territorio de norte a sur, alegando que sus objetivos son militantes de Hamás y de la Yihad Islámica, aunque las consecuencias sobre la población civil han sido devastadoras.
Las estadísticas del sector salud revelan un panorama sombrío, con al menos 1.691 gazatíes muertos, incluidos niños y mujeres, y más de 4.460 heridos desde el resurgimiento del conflicto. Además, esta mañana, otro ataque contra una tienda de campaña que albergaba a personas desplazadas en el norte de Gaza cobró la vida de dos individuos y dejó varios heridos.
Este conflicto pone en cuestión la eficacia y la moralidad de los ataques que, lejos de limitarse a combatir amenazas militares, parecen castigar indiscriminadamente a toda una población, llevando a una tragedia humanitaria con cada día que pasa.
