En las primeras horas de la noche, una dramática escalada de violencia sacudió el noroeste de Rafah, específicamente en el barrio de Tal al Sultan, donde un bombardeo israelí sobre un campamento de desplazados se saldó con la vida de al menos 50 personas. Este ataque, dirigido por el ejército de Israel, tenía como objetivo a dos prominentes figuras del grupo islamista Hamás, según informaciones confirmadas por las propias Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
El Ministerio de Sanidad de Gaza, bajo la administración de Hamás, ha calificado el incidente como una «atroz masacre» llevada a cabo por Israel en Rafah, destacando que la mayoría de las víctimas eran niños y mujeres. La acción militar fue ejecutada con base en «inteligencia precisa», afirmó el ejército israelí, apuntando específicamente a Yassin Rabia, comandante de la división de Hamás en Cisjordania, y Khaled Nagar, un alto mando de la misma división.
A través de una publicación en Twitter, las FDI declararon la eliminación de ambos líderes de Hamás como un acto de precisión aérea. Se señala, además, que el ala de Hamás en Judea y Samaria (Cisjordania ocupada) ha sido responsable de planificar, financiar y ejecutar ataques terroristas tanto en territorio israelí como en Cisjordania.
Adicionalmente, en el contexto de este bombardeo, se ha reportado un gran incendio en el campamento, con imágenes que circulan en redes sociales mostrando tiendas de campaña en llamas. Este fuego habría resultado en varios heridos entre los civiles del área, hecho que el Ejército israelí ha indicado que está «bajo revisión».
Este ataque se produce en un momento de tensión creciente, horas después de que, según Israel, Hamás lanzase desde Rafah ocho cohetes hacia el centro de este país, incluyendo Tel Aviv, marcando el primer ataque de esta naturaleza en aproximadamente cuatro meses.
La reacción a esta operación militar ha sido de condena generalizada por parte de voces palestinas, incluido el portavoz del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, que describió el bombardeo como un «ataque deliberado del ejército de la ocupación» que ha traspasado todos los límites. En respuesta, ciudadanos de diversas ciudades de Cisjordania, como Yenín y Tulkarem, han salido a las calles para protestar.
Este lamentable episodio resalta la fragilidad de la situación en la región y la urgente necesidad de diálogo y medidas para prevenir escaladas futuras de violencia, que solo resultan en pérdidas humanas, destrucción y un profundo dolor que se suma al ya largo y complejo conflicto israelí-palestino.