En un reciente espiral de violencia que ha sacudido el corazón de la Franja de Gaza, dos bombardeos efectuados por el Ejército de Israel han dejado un devastador saldo de al menos 25 muertos y 120 heridos. Los ataques, dirigidos a una escuela en el campamento de refugiados de Nuseirat y a tiendas de campaña montadas en el Hospital de los Mártires de Al Aqsa en Deir al Balá, han agudizado la crisis humanitaria en una región ya de por sí martirizada por el conflicto.
La escuela ‘Mufti’, transformada en refugio para desplazados, fue escenario del más mortífero de los ataques, cobrando la vida de 22 personas, entre ellas 15 niños y mujeres, y dejando heridas a otras 80. Testimonios de las autoridades de Gaza acusan al Ejército de Israel de conocer la presencia de miles de civiles en el momento del ataque y de ignorar el hecho de que la escuela no estaba designada como zona de combate. Este acto ha sido señalado como un crimen contra la humanidad por voceros palestinos.
El bombardeo contra el Hospital Mártires de Al Aqsa no solo ha agravado la ya crítica situación sanitaria de la zona, sino que también ha añadido tres fallecidos y 40 heridos al creciente número de víctimas civiles. Este hospital, esencial para la atención de los desplazados y heridos, ha sido atacado por séptima vez, según fuentes locales, en una campaña que describen de limpieza étnica y genocidio por parte de Israel.
Ante estos eventos, la milicia de Hamás ha condenado vehementemente la acción militar de Israel, describiéndola como una guerra de exterminio respaldada por la administración estadounidense y mantenida ante un preocupante silencio internacional. Hamás, así como otras voces en Gaza, ha hecho un ferviente llamado a la comunidad internacional y a la ONU para que intervengan y pongan fin a esta agresión, exigiendo además que se lleven ante la justicia a los responsables de estos crímenes.
Por su parte, un portavoz militar israelí ha alegado que los ataques se dirigían contra operativos de Hamás, acusando a la milicia de utilizar complejos civiles, como el hospital, para planificar y ejecutar ataques terroristas, asegurando haber tomado medidas para minimizar las bajas civiles. La justificación, sin embargo, ha hecho poco para aplacar las críticas internacionales y las acusaciones de violaciones de derechos humanos.
La escalada de violencia en Gaza, desencadenada a principios de octubre de 2023, ha llevado a una alarmante cifra de víctimas. Desde entonces, la muerte y el desplazamiento han tocado a miles de palestinos, sumiendo a la región en un profundo dolor y crisis humanitaria. En este contexto de desesperanza, las voces que claman por la paz y la justicia se hacen cada vez más apremiantes, buscando poner fin a un ciclo de violencia que parece no tener fin.