El tifón Kalmaegi ha dejado una estela de devastación en Filipinas, causando la muerte de al menos 85 personas y dejando a 75 más desaparecidas. Con más de un millón de personas afectadas, la provincia de Cebú ha sido la más golpeada, reportando casi 50 muertes debido a deslizamientos de tierra e inundaciones. El impacto del tifón, que ha recorrido el archipiélago con vientos huracanados y torrenciales lluvias, también ha dejado secuelas en otras provincias como Negros y Agusan del Sur.
Las autoridades han declarado el estado de calamidad en Cebú, donde se han registrado severos daños en la infraestructura y las zonas residenciales. Los esfuerzos de rescate han sido complicados por el accidente de un helicóptero de rescate, que se estrelló, resultando en la muerte de seis soldados. Las comunidades ya han comenzado las labores de limpieza, mientras los voluntarios y las fuerzas del orden distribuyen ayuda a los afectados, aunque algunas localidades aún carecen de servicios básicos como electricidad y agua potable.
A medida que Filipinas enfrenta las consecuencias de este desastre, las autoridades en Vietnam se preparan para la llegada del tifón, que se espera golpee el país con vientos de hasta 175 kilómetros por hora. La capacidad de recuperación del archipiélago se pone a prueba nuevamente, en un contexto donde el cambio climático intensifica la frecuencia y la fuerza de estos fenómenos naturales.
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