La comunidad de Grand Blanc, en Míchigan, se encuentra en estado de shock tras un tiroteo en una iglesia mormona que dejó un saldo trágico de cuatro fallecidos y ocho heridos. El ataque ocurrió durante un servicio religioso donde se congregaban cientos de fieles. El presunto autor, identificado como Thomas Jacob Sanford, también falleció tras un intercambio de disparos con la policía. Entre los muertos se encuentran dos personas que, desafortunadamente, presentaban heridas de bala en el interior del templo.
Las autoridades están tratando este acto como un «ataque de violencia selectiva» y han revelado que Sanford, un exmiembro de la Marina estadounidense, utilizó un rifle de asalto en el incidente. La situación se complicó con la aparición de amenazas de bomba en la comunidad, aunque estas fueron finalmente desestimadas. El FBI ha asumido el control de la investigación, mientras la fiscal general de Estados Unidos ha expresado su preocupación por la violencia en lugares de culto.
El presidente Donald Trump se ha pronunciado sobre el suceso, llamándolo un «nuevo ataque dirigido contra los cristianos» en el país y pidiendo a la ciudadanía que recen por las víctimas y sus familias. Con un clima de miedo e incertidumbre, la comunidad busca consuelo tras esta devastadora tragedia.
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