El Gobierno talibán ha informado este jueves que el terremoto de magnitud 6.0 que azotó el este de Afganistán el pasado domingo ha dejado un trágico balance de 2.205 muertos y 3.640 heridos, constituyendo uno de los desastres más mortales en la última década del país. Las provincias más afectadas son Kunar y sus áreas fronterizas con Pakistán, donde las labores de rescate y recuperación continúan a medida que se recuperan los cuerpos de los fallecidos.
Desde el gobierno, se han implementado medidas urgentes de atención humanitaria, incluyendo la instalación de tiendas de campaña para familias desplazadas y la distribución organizada de ayuda básica. Sin embargo, los esfuerzos se complican conforme pasa el tiempo: a cuatro días del seísmo, las posibilidades de rescatar a sobrevivientes entre las ruinas decrecen rápidamente, lo que intensifica el llamado a una respuesta inmediata por parte de organismos internacionales y ONG.
El Consejo Noruego para los Refugiados ha hecho hincapié en la grave situación humanitaria que enfrenta Afganistán, un país ya exhausto por múltiples crisis a lo largo de los años. Se advierte sobre la escasez de recursos y la falta de financiamiento suficiente para abordar eficazmente la magnitud de esta emergencia, lo que añade un pesar adicional a una población que ya sufre intensamente.
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