En un reciente giro de acontecimientos que ha sacudido el panorama mediático español, la conocida presentadora Sonsoles Ónega ha recaído en el centro de una sofisticada estafa en línea que explota su imagen para promover una «crema milagrosa». La afirmación de los estafadores, que mostraban a Ónega en una silla de ruedas, tenía como claro objetivo manipular emocionalmente a los consumidores para que comprasen el producto. La revelación tuvo lugar en su propio programa, donde no solo se abordó este engaño, sino que también se dio voz a las víctimas de tal fraude.
El fenómeno no es exclusivo de Ónega. Figuras televisivas del calibre de Pablo Motos, Alberto Chicote, o Susanna Griso también han sido usurpadas por criminales que buscan un beneficio económico a través de la suplantación de identidad. En respuesta a este descubrimiento, Griso, en un acto de apoyo a Ónega, compartió en el programa «Y ahora Sonsoles» su propia batalla contra quienes han falsificado su imagen para propósitos similares. «Me he sentido absolutamente identificada con el caso de Sonsoles», admite Griso, destacando que si bien figuras públicas como ellas pueden denunciar estos hechos, muchas personas afectadas carecen de un medio para hacerlo.
La problemática en torno a estas estafas se agrava por la dificultad de rastrear a los responsables y cerrar las páginas web fraudulentas. Griso, quien ha enfrentado situaciones similares en diversas ocasiones, reflejó su frustración ante la imposibilidad de llevar ante la justicia a los autores de estas campañas insidiosas. El hecho de que, pese a los esfuerzos, estas actividades delictivas se repitan con cierta periodicidad subraya la complejidad y el desafío que suponen para aquellos que buscan combatirlas.
En un testimonio particularmente impactante, Griso reveló cómo durante la crisis del covid-19, su imagen fue utilizada sin permiso para vender mascarillas, un caso que ha llevado a los tribunales. Este ejemplo, entre otros, ilustra el alcance y variedad de los productos y servicios que pueden promocionarse mediante el uso indebido de identidades públicas.
La aparición de la inteligencia artificial y su posible papel en estas estafas fue otro tema de preocupación para Griso. «Estamos muy desprotegidos», declaró, ante la perspectiva de que la distinción entre campañas verdaderas y falsas se vuelva aún más complicada. Este escenario plantea desafíos importantes en la manera de proteger no solo a las figuras públicas sino al conjunto de la ciudadanía, que podrían verse expuestas a fraudes cada vez más sofisticados.
Los recientes acontecimientos recalcan la importancia de la vigilancia y la cautela cuando se navega por internet, especialmente en lo que respecta a la autenticidad de las campañas publicitarias asociadas a celebridades. Queda claro que tanto individuos como autoridades deben reforzar las medidas de protección y educar al público para prevenir caer en este tipo de engaños.