En el próximo capítulo de Sueños de Libertad, Digna está a punto de lanzar por fin la gran bomba que puede derribar todos los equilibrios de poder que existen en la colonia. Lo que parecía un antiguo secreto caído con Jesús brota empujado por una fuerza inesperada y amenazante; no solo hará tambalear la paz precaria de Joaquín sino también sacará a la luz los secretos que encierran los intereses de Gabriel.
SUEÑOS DE LIBERTAD, EN LA CUERDA FLOJA
María ha estado viviendo años convencida en Sueños de Libertad de que controlar a Andrés equivalía a protegerlo. Sin embargo, algo empieza a resquebrajarse en su interior. El capítulo 341 la retrata combatiendo sus propios demonios: por un lado, su obstinada negativa a aceptar el menor signo de ayuda, y, por el otro, su creciente certeza de que tal actitud está haciendo daño a quien más dice querer.
La solución intermedia, pero muy práctica, planteada por Begoña, es el grado cero de la intervención. El alivio que muestra Andrés es inmediato, pero también oculta un miedo en sus ojos. ¿Será esta pequeña tregua una pequeña tregua que puede señalar un nuevo comienzo, o será simplemente un pequeño espejismo antes de que María vuelva a caer en algunos de sus viejos patrones?
Begoña, por su parte, lo sigue observando prudentemente. Sabe perfectamente que un paso equivocado puede hacer retroceder meses de progreso. Ciertamente, su papel como intermediaria es cada vez más importante en la medida que la misma no sabe exactamente hasta dónde está dispuesta a llegar en conflicto familiar. Al mismo tiempo, la relación de Irene con Cristina va progresando hacia un camino más comprometido.
Irene no solo otorga consuelo, sino que empieza a identificarse con la joven como una segunda oportunidad para expiar algún error cometido en el pasado. Cada una de las conversaciones, las dos está cargada de un trasfondo cargado emocional que ni Gabriel ni el resto de la colonia parecen percibir. Y cuando el abogado se presenta de nuevo, con su mirada calculadora y sus palabras escogidas cuidadosamente, Irene siente que el tiempo empieza a correr en su contra.
SECRETOS QUE EMPUJAN AL ABISMO

En lo que respecta a la colonia de Sueños de Libertad, la ambición es aun más caprichosa que los sentimientos. Gabriel, una vez acechado el puesto, movía ya sus fichas en el respectivo tablero. La confesión a María de lo que había sido su pasado con Jesús no era simplemente una descarga, sino una advertencia: sabía lo que no decía, y no se contenía de emplearlo. María, tras escucharle, palidece al darse cuenta de que Gabriel podría ser incluso más imprevisible que su difunto cuñado.
Pero Gabriel no es el único que juega con fuego. Digna, al límite de la vulnerabilidad emocional, toma la decisión de enfrentarse a Joaquín y contarle la verdad sobre la muerte de Jesús. No es un acto de valentía, sino una forma también de hacerse de un atisbo de libertad de una culpa que la ha procurado por dentro. Sin embargo, en un medio donde los secretos son misiles, su confesión podría tener consecuencias no deseadas, no solo para Joaquín, sino para todas las personas que la rodean.
En otro lugar, Pelayo muestra que tampoco todos están dispuestos a dejarse manipular. Su oposición a Alonso es tal que se queda mudo al diseñador, pero también lo consigna, lo retrata como un hombre peligrosamente independiente en un lugar en el que se vende la lealtad. Y en la cantina, el interés de Gabriel por Cristina no pasa desapercibido. Claudia y Fina se dedican a mirarse, la una a la otra, preguntándose a cuál de ellas les tocará entrar en este nuevo drama. Porque en la colina los espectadores pueden acabar siendo piezas.
PEQUEÑAS VICTORIAS EN EL CAOS

No todo es tinieblas dentro de la colonia de Sueños de Libertad. Luis y Cristina reciben al fin la validación que tanto habían estado esperando; Cobeaga muestra su entusiasmo por su perfume. El abrazo entre ambos no es únicamente una celebración por un triunfo profesional, sino también la recompensa acordada a meses de paciencia y esfuerzo.
Luis, en un momento inhabitual en él de debilidad, reconoce el valor de su compañera, mostrando que en medio de la inercia que rodea una atmósfera estricta puede también florecer la sana convivencia de ideas contrarias. La cena familiar, que aún puede resultar tensa, también da pie a gestos inesperados. Gema, viendo a Joaquín al borde del abismo, intenta calmarlo mediante su mirada, que sólo Joaquín parece poder descifrar.
Es el instante preciso vivido entre los dos que, no obstante su fugacidad, es sin duda muy revelador. Después de todo aún queda en medio de tanto egoísmo, un poco de humanidad. Don Pedro, a pesar de ser un maestro en el arte de provocar, también parece sorprendido por la intensidad de la reacción de Joaquín. Begoña, por su parte, muestra que a veces la verdad puede significar una especie de liberación.
Al increpar a María acerca de su relación con Raúl lo hace sin reprocharle, sino que tiene una comprensión muy grande que sorprende hasta a ella misma. María, educada en las batallas, no logra entender el momento de la tregua, y en un silencio poco cómodo se percibe en la conversación el destello de algo quizás no de amistad pero sí de un mínimo respeto mutuo. Porque en el lugar donde todos mienten a veces un momento de veracidad puede ser a la larga la revolución.
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