En cada entrega de Sueños de Libertad, emergen los conflictos intrínsecos y extrínsecos de una familia condenada a las apariencias, a las pasiones a flor de piel y a lealtades traicionadas, terminando lo que debiera ser un espacio de encuentro y consuelo, en una escena de guerra e irrupción de los sentimientos más profundos. La muerte de doña Ángela conmociona a todos, pero lejos de cerrar las viejas heridas, las abre en sus llagas, multiplicando las dudas.
UN ADIÓS QUE DESGARRA Y DIVIDE A DOÑA ÁNGELA
La despedida de doña Ángela en ‘Sueños de Libertad’, lejos de traduirse en un gesto de recogimiento, se torna en un espejo que pone de manifiesto las tensiones acumuladas, pues el silencio de Damián en la iglesia es más pesado que cualquier palabra de consuelo. Su vértigo resulta desconcertante para todos, porque hace evidente que la unidad familiar es más una fachada que una característica innata. Ni él ni su hijo ocultan los motivos, y lo que desborda hasta la brutalidad hiere más que el misterio mismo.
DEL DOLOR AL REFUGIO PELIGROSO EN EL ALCOHOL

En medio de tantos secretos y tensiones de carácter familiar, Marta va cayendo en su propia batalla. La bebida se convierte en su salida de escapar de la dificultad, aunque, por el mismo motivo, lo que empieza como una salida temporal va también introduciéndola más profundamente en un callejón sin salida del que no será capaz de escapar. La clara dependencia que se va evidenciando a medida que van sucediendo los acontecimientos, aunque, como es natural, no pasa desapercibida para quienes la rodean.
EL INCIERTO DESTINO DE LA FAMILIA EN SUEÑOS DE LIBERTAD

Aunque la tragedia parece ser el único lenguaje que se habla en la familia, junto a estos momentos se van encendiendo destellos de esperanza, aun teñidos de recelo. Damián recibe el aviso de que los terrenos de los sobrinos también serán recalificados y, por añadidura, contará con el apoyo público de Miguel Ángel Vaca. Este giro inesperado ofrece la oportunidad para limpiar la imagen de las Perfumerías De la Reina, pero nadie termina de confiar en la gratuidad de semejante gesto.