En un movimiento estratégico que señala un claro cambio de rumbo en la política exterior británica, Keir Starmer, el flamante primer ministro del Reino Unido y líder del Partido Laborista, ha realizado una visita a Berlín apenas un mes después de asumir el cargo. Este gesto contrasta significativamente con la postura de su predecesor conservador, Rishi Sunak, quien tardó un año y medio en hacer el mismo viaje. La visita, cargada de simbolismo y sustancia política, ha puesto de manifiesto la voluntad de Starmer de reconstruir y fortalecer las relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE), deterioradas tras el Brexit.
El encuentro entre Starmer y el canciller alemán Olaf Scholz ha estado marcado por la disposición de ambos líderes a iniciar un nuevo capítulo en las relaciones bilaterales, con la vista puesta en concluir un tratado de cooperación al inicio del próximo año. Esta iniciativa refleja la conciencia compartida de los desafíos comunes a los que se enfrentan tanto el Reino Unido como Alemania, así como su compromiso con la promoción de la paz, la seguridad y la cooperación económica.
Durante su estancia en Berlín, se ha confirmado que las conversaciones entre ambas naciones se han centrado en diversos ámbitos, incluyendo la política exterior, la seguridad, la economía, la lucha contra la inmigración irregular, el cambio climático, y la colaboración en materia educativa, tecnológica y de investigación. Este enfoque multidimensional subraya la importancia de Alemania para el Reino Unido como su segundo socio comercial más relevante y refleja el interés de Starmer en fortalecer las bases económicas de su país tras la campaña electoral.
Los líderes han acordado que el futuro tratado bilateral reflejará la cooperación en asuntos de interés mutuo y destacará la profunda relación entre ambos países y pueblos, dentro del marco de la membresía de Alemania en la UE y la nueva postura del Reino Unido tras el Brexit. Este acuerdo sigue el modelo del tratado de defensa firmado entre Londres y París en 2010.
La agenda del primer ministro británico continúa con una visita programada a Francia, donde se abordará, entre otros temas, la presión migratoria, destacando la derogación por parte de Starmer del controvertido ‘Plan Ruanda’ de su predecesor. Starmer, quien favoreció la permanencia en la UE durante el referéndum de 2016, ha expresado su deseo de una renegociación del acuerdo comercial sellado por Boris Johnson, aunque sin intenciones de reabrir el debate sobre la libre circulación de ciudadanos comunitarios o el reingreso al Mercado Único. Su visita a Berlín y próximamente a París ilustra su intención de «resetear» las relaciones con Europa, en un momento en que tanto Alemania como Francia enfrentan el auge de la extrema derecha y elecciones decisivas en el horizonte.
Este viaje de Starmer no solo representa una estrategia diplomática para fortalecer los lazos con los principales aliados europeos del Reino Unido, sino que también señala un compromiso político interno de pasar página tras el período de tensiones post-Brexit. Con Europa enfrentando desafíos sin precedentes como la pandemia y la guerra en Ucrania, este acercamiento sugiere un reconocimiento de la importancia de la colaboración y la unidad en tiempos de incertidumbre.