Sede Vacante: El Periodo de Transición Papal y la Gobernanza Temporal de la Iglesia

El mundo católico está de luto. El papa Francisco ha fallecido a los 88 años este Lunes de Pascua a las 7:35 h, según confirmó el Vaticano en un comunicado oficial. Con su muerte, la Iglesia católica entra en un período conocido como «sede vacante», una fase transitoria en la que la Santa Sede queda sin un pontífice al frente y se inician los preparativos para la elección de su sucesor.

La expresión «sede vacante» proviene del latín y significa «sede vacía», haciendo referencia a la ausencia de un Papa en la cátedra de San Pedro. Este período comienza inmediatamente tras la muerte o renuncia del pontífice y finaliza con la elección de un nuevo líder de la Iglesia católica. Durante este tiempo, se suspenden algunas funciones del Vaticano, y la administración queda a cargo de una figura clave: el camarlengo.

El camarlengo es el cardenal encargado de gestionar los asuntos temporales de la Iglesia durante la sede vacante. Su primera función tras la muerte del Papa es verificar oficialmente su fallecimiento, un acto simbólico que en el pasado incluía la tradición de golpear tres veces la frente del difunto pontífice con un martillo de plata. Hoy en día, este procedimiento se limita a una confirmación formal. Posteriormente, el camarlengo sella los aposentos papales y convoca a los cardenales para preparar el cónclave, la reunión secreta en la que se elige al nuevo Papa.

Durante la sede vacante, la Iglesia no puede promulgar documentos doctrinales ni tomar decisiones de gran calado, ya que el poder del Papa es insustituible. Sin embargo, la administración del Vaticano queda en manos del camarlengo, quien se encarga de la gestión cotidiana y de garantizar que se cumplan las normas establecidas. Junto a él, el Colegio Cardenalicio tiene la responsabilidad de organizar el cónclave, pero no puede realizar cambios estructurales ni nombramientos importantes.

El gobierno ordinario del Vaticano recae en el Colegio Cardenalicio, aunque sus funciones están limitadas a la administración básica y la organización del cónclave. Ningún cardenal, ni siquiera el decano del Colegio Cardenalicio, puede ejercer la autoridad que corresponde a un Papa. Dentro de este órgano, el decano del Colegio Cardenalicio preside las reuniones y desempeña un papel simbólico en la preparación del cónclave, pero el verdadero poder de toma de decisiones queda restringido hasta la elección de un nuevo pontífice.

El cónclave se convoca entre 15 y 20 días después del inicio de la sede vacante. Durante este evento, los cardenales electores, es decir, aquellos menores de 80 años, se encierran en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo sucesor de Pedro. Para ello, deben alcanzar una mayoría de dos tercios en la votación. Hasta que esto ocurra, la Iglesia sigue en espera, guiada por la tradición y la transición eclesiástica que asegura la continuidad de su gobierno espiritual.

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