La Agencia Nacional de Gestión de Emergencias (NEMA, por sus siglas en inglés) de Nueva Zelanda ha emitido una alerta de tsunami a nivel nacional este martes, tras detectarse un potente terremoto de magnitud 6,8 en la escala Richter cerca de la costa oeste de la isla Sur. El sismo, que tuvo lugar a las 14:43 horas locales, ha generado inquietud en toda la nación, dada la previsible aparición de corrientes fuertes e inusuales y marejadas impredecibles en las zonas costeras afectadas.
El área específicamente mencionada por la NEMA comprende desde Milford Sound hasta Puysegur Point. Según el aviso emitido por el organismo, estas localidades podrían experimentar condiciones marítimas extremadamente peligrosas como resultado del sismo, incluyendo corrientes fuertes y marejadas que tienen el potencial de causar lesiones serias o incluso la muerte por ahogamiento. El aviso subraya especialmente el peligro para aquellos que se encuentren en el agua o muy cerca de la costa, advirtiendo a bañistas, surfistas, pescadores y demás personas que eviten aproximarse al agua, las playas, las zonas costeras, así como los puertos y las marinas.
De acuerdo con la red de monitoreo geológico nacional, GeoNet, el terremoto ocurrió a doce kilómetros de profundidad y aproximadamente a 155 kilómetros al noroeste de las islas Snares. Los datos preliminares ubican el epicentro a 164 kilómetros al suroeste de Riverton o a 184 kilómetros al suroeste de Invercargill, ambas ciudades situadas en la punta meridional de la isla Sur.
Nueva Zelanda se encuentra en una ubicación geológicamente activa, asentada sobre la falla entre las placas tectónicas del Pacífico y Oceanía, lo que resulta en una alta frecuencia sísmica. El país, con una población cercana a los 5 millones de habitantes, registra alrededor de 14.000 terremotos cada año. A pesar de que la mayoría de estos fenómenos son de baja magnitud y pasan desapercibidos, entre 100 y 150 sismos anuales son lo suficientemente fuertes como para ser sentidos. El recuerdo del devastador terremoto de magnitud 6,3 que azotó Christchurch el 22 de febrero de 2011, causando la muerte de 185 personas y daños a 30.000 edificios, permanece en la memoria colectiva como un sombrío recordatorio de la vulnerabilidad del archipiélago ante estos desastres naturales.