La escalada de tensión diplomática entre Israel e Irlanda ha alcanzado su punto culminante con la decisión del gobierno israelí de cerrar su embajada en Dublín. Este anuncio marca un deterioro significativo en las relaciones entre ambos países, que se han agudizado desde octubre de 2023, a raíz de la crítica de Irlanda hacia la respuesta militar de Israel, liderada por Benjamin Netanyahu, frente a los ataques de Hamás. La situación se complicó aún más tras el apoyo del primer ministro irlandés, Simon Harris, a una iniciativa liderada por Sudáfrica que busca acusar a Israel de «genocidio» en Gaza ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya, lo que, según el ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, supuso cruzar «todas las líneas rojas».
A pesar de este tensionamiento diplomático con Irlanda, Israel no ha adoptado medidas similares contra España, otro país que se ha sumado a las acciones promovidas por Sudáfrica. Sin embargo, las relaciones entre Israel y España tampoco atraviesan su mejor momento, especialmente después de que el presidente español, Pedro Sánchez, criticara abiertamente las represalias de Netanyahu y abogara por la detención internacional de exportaciones de armas hacia Israel. Las embajadas israelíes se mantienen operativas en España, aunque desde mayo carecen de un embajador oficial, reflejando así las crecientes tensiones.
Ambos, Madrid y Dublín, han solicitado una revisión urgente del Acuerdo de Asociación UE-Israel, argumentando infracciones a los compromisos de derechos humanos integrados en el acuerdo. No obstante, estos esfuerzos contrastan con el escepticismo de varios miembros de la Unión Europea, lo que dificulta la formación de un frente común en el bloque.
En paralelo, España sostiene lazos diplomáticos con Palestina, manifestados recientemente a través de una reunión intergubernamental y una promesa de ayuda financiera, situaciones que se mantendrían invariables pese al cierre de la embajada israelí en Dublín. En Irlanda, mientras tanto, se vive un periodo de incertidumbre política, con negociaciones para formar gobierno tras las recientes elecciones, en un contexto donde la simpatía hacia la causa palestina se ha intensificado, especialmente para contrarrestar el apoyo explícito de Sinn Féin a Gaza.
El cierre de la embajada israelí en Dublín ha sido descrito por Simon Harris como «profundamente lamentable», rechazando la acusación de antiisraelismo y reiterando el compromiso de Irlanda con la paz, los derechos humanos y el derecho internacional. La república mantiene su embajada en Israel, buscando asegurar la apertura de canales diplomáticos, aunque este movimiento refleja el punto más crítico alcanzado en las relaciones bilaterales hasta la fecha.
La decisión israelí se enmarca dentro de un contexto de redirección de recursos diplomáticos, anunciando la apertura de una nueva embajada en Moldavia para 2025. Históricamente, la relación diplomática entre Irlanda e Israel ha sido compleja, con eventos precursores en los años 90 que marcaron la relación bilateral. A pesar del cierre en Dublín, se espera que los asuntos consulares de los ciudadanos israelíes en Irlanda sean gestionados desde Londres, marcando un nuevo capítulo en la diplomacia entre ambos estados, cuyas reverberaciones podrían afectar las dinámicas dentro de la comunidad internacional y, especialmente, dentro del marco de la Unión Europea.