En un giro inesperado hacia un escenario que parece sacado de un guión de película, la isla de Santorini, un paraíso para turistas de todo el mundo, ha quedado prácticamente desierta. Los habitantes y los pocos visitantes que quedaban han sido invadidos por un terror palpable ante la posibilidad de una erupción volcánica tras una serie de fuertes terremotos que han sacudido la zona desde inicios de febrero. Esta serie de más de 1.100 movimientos telúricos ha hecho vibrar no solo a Santorini sino también a islas cercanas y ha colocado a Turquía en un estado de alerta ante la posibilidad de un «gran tsunami».
Desde la madrugada de este último miércoles, la tranquilidad de las islas Cícladas se ha visto interrumpida por sucesivos temblores, incluido un terremoto de magnitud 4,1, el más fuerte registrado en el periodo, según informes del Instituto Geodinámico. Aunque hasta el momento no se han reportado daños estructurales significativos, la preocupación residente es palpable. Las calles de Santorini, comúnmente llenas de vida y color, ahora se encuentran desoladas, capturando la esencia de una ciudad fantasma.
Las imágenes que circulan, cortesía de agencias como Reuters, muestran una Santorini sin su característica efervescencia, mientras los habitantes enfrentan lo que los expertos han denominado «fatiga del peligro». Este fenómeno describe el agotamiento emocional ante la constante amenaza y las incesantes vibraciones del suelo. A este respecto, Kostas Papazachos, sismólogo y presidente del Instituto de Estudio y Monitoreo de Volcanes de Santorini, ha expresado su preocupación por esta fatiga, advirtiendo que la situación podría extenderse por semanas o incluso meses.
Pese a la evacuación de más de 10.000 personas de las islas afectadas, los expertos aseguran que Santorini sigue siendo segura, aunque no han podido precisar cuánto durará esta actividad sísmica. El Gobierno griego, por su parte, ha tomado medidas declarando el estado de emergencia y preparándose para cualquier eventualidad, incluido el temido gran temblor que podría venir.
Este escenario ha puesto de manifiesto no solo el impacto físico de tales catástrofes naturales sino también el profundo efecto psicológico en los residentes. Muchas familias han optado por abandonar temporalmente la isla, mientras que la preocupación por los animales que no pueden ser evacuados también ha sido un tema de discusión.
El mundo observa con atención cómo se desarrollan los eventos en este paradisíaco rincón del Egeo, esperando que la belleza de Santorini y las islas vecinas permanezca intacta frente a la fuerza implacable de la naturaleza.