Durante la pasada noche, el cielo de Ucrania fue surcado por casi un centenar de drones kamikaze lanzados por Rusia, en un ataque masivo que afectó diversas regiones del país. Según el informe diario de la Fuerza Aérea ucraniana, 27 de estos drones lograron impactar en 12 objetivos, incluyendo las ciudades de Odesa y Dnipropetrovsk, dejando una estela de destrucción y dolor.
Las autoridades ucranianas detallaron que, de los 98 drones enviados, aproximadamente 60 eran del modelo Shahed, de fabricación iraní. A pesar de la efectividad de las fuerzas de defensa antiaérea, que interceptaron y destruyeron 69 de los dispositivos, el esfuerzo no fue suficiente para evitar que algunos causaran daños significativos. En Odesa, las infraestructuras energéticas fueron el blanco principal, mientras que en Dnipropetrovsk un edificio residencial resultó dañado, dejando al menos 15 personas heridas.
Este nuevo episodio de conflicto revela la creciente intensidad de los ataques rusos y sus repercusiones para la población civil. Las comunidades afectadas se enfrentan a una dura realidad marcada por el temor y la incertidumbre, en un contexto donde cada día parece devenir en una batalla por la supervivencia y la dignidad.
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