En un nuevo giro en la conflictiva relación entre Rusia y Ucrania, el Gobierno ruso ha denunciado un ataque de Ucrania contra la residencia del presidente Vladímir Putin en Nóvgorod. Este suceso, ocurrido en la madrugada de este lunes, ha llevado a Moscú a considerar una reevaluación de su enfoque en las negociaciones de paz en curso, iniciadas tras la invasión de 2022. Las autoridades rusas afirman que el ataque se llevó a cabo utilizando hasta 91 drones, los cuales, según su versión, fueron destruidos por las defensas rusas sin causar daños ni víctimas.
Kiev, por su parte, ha rechazado las acusaciones como «mentiras», y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha advertido sobre la posibilidad de que Rusia esté buscando una justificación para llevar a cabo ataques contra objetivos gubernamentales en Ucrania. Este escenario podría marcar un drástico escalamiento en el conflicto, que ya ha resultado en una violencia significativa y prolongada en la región. La tensión se intensifica en un momento en que las negociaciones para un acuerdo de paz parecían estar avanzando, con la participación del expresidente estadounidense Donald Trump, quien también ha expresado su preocupación por el incidente.
Mientras tanto, la retórica de ambos bandos se endurece. Rusia ha afirmado que responderá a lo que describe como «acciones imprudentes» de Ucrania, mientras que continuarán sus diálogos con Estados Unidos sobre el conflicto. Las negociaciones, aunque prometedoras, enfrentan desafíos significativos, y tanto Trump como Zelenski han señalado que aún quedan «asuntos espinosos» por resolver. Este acontecimiento reciente podría alterar gravemente la dinámica de las conversaciones y la búsqueda de una resolución pacífica en la reprimida región.
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