En una reveladora entrevista en «Lo de Évole», el programa conducido por Jordi Évole en La Sexta, el presentador y el portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados, Gabriel Rufián, han compartido una franca conversación sobre los desencuentros pasados que marcaron su relación. Ambos admitieron abiertamente haber tenido una mala percepción el uno del otro en el pasado, lo que puso de manifiesto la complejidad de las relaciones en el ámbito público y político.
Desde el inicio, el ambiente se tensó cuando Évole saludó a Rufián con un sincero «Tú a mí me has caído muy mal», a lo que el político no se quedó atrás, respondiendo: «Tú a mí, peor. He rajado mucho de ti», revelando así la antipatía MUTUA que los había caracterizado. La conversación se adentró en terrenos más personales cuando Rufián confesó haber sentido dolor por los comentarios de Évole, dado que lo consideraba alguien cercano a sus ideales.
Rufián también compartió cómo las críticas de personas a las que admiraba, como el actor José Sacristán y el propio Évole, le afectaron profundamente. «Me dolía mucho lo que escribías. Porque te veía y decía: ‘Joder, este tío es de los míos y le caigo mal’. Y la derivada era que, a veces, tenías razón», expresó el portavoz de ERC. Este sentimiento desencadenó en Rufián un proceso de autoinspección y crecimiento personal, aprendiendo a valorar la crítica como una oportunidad para mejorar y defender sus ideales con mayor convicción.
La conversación giró hacia una reflexión más amplia sobre el independentismo catalán y la visión de Rufián sobre Cataluña, evidenciando una evolución en su discurso hacia la conciliación y el aprendizaje de los errores. «Tú representas una parte de Cataluña que es mi Cataluña, seguramente habrá alguien en su casa que le genero eso. Gente como tú me ha enseñado a aprender de mis errores y a hacerlo mejor», confesó Rufián, subrayando la importancia de tender puentes incluso con aquellos que puedan pensar diferente.
Este encuentro entre Jordi Évole y Gabriel Rufián no solo sirvió para limar asperezas pasadas, sino que también se convirtió en un espacio de diálogo constructivo, evidenciando cómo el entendimiento puede surgir inclusive de las diferencias más marcadas. La entrevista, más que una mera conversación, se transformó en un símbolo de reconciliación y aprendizaje mutuo, provando que, incluso en el polarizado escenario político y mediático actual, es posible encontrar terrenos comunes y avanzar hacia un entendimiento más profundo.
