En una jornada marcada por las tensiones internacionales, Risto Mejide, el conocido publicista y presentador, dio inicio a su programa «Todo es mentira» en Cuatro, con un enfoque prioritario en uno de los temas que domina actualmente las discusiones globales: el reciente ataque de Irán en territorio israelí. Este miércoles, 2 de octubre, no fue un día cualquiera para los telespectadores que, al sintonizar el magacín de sobremesa, se encontraron con un arranque de programa que no dejó indiferente a nadie.
Con palabras cargadas de preocupación y seriedad, Mejide no dudó en calificar lo ocurrido como el estallido de una guerra, evidenciando el grave escalón que han subido las hostilidades entre Israel e Irán. Según el presentador, lo que durante meses parecían ser solo movimientos militares aislados, se ha traducido en una realidad palpable y dolorosa: un atentado iraní en varias ciudades israelíes que ha dejado heridos y muertos.
La gravedad del asunto llevó a Mejide a plantear dos preguntas fundamentales, dirigidas tanto a sus colaboradores como a la audiencia: ¿De qué lado debemos posicionarnos? y ¿Cómo nos afectará este conflicto a nosotros, que lo observamos desde la distancia? Estas cuestiones reflejan una preocupación compartida por muchos, considerando las ya conocidas repercusiones económicas que conflictos similares, como la invasión rusa en Ucrania, han tenido a nivel mundial.
El programa se comprometió a ofrecer una cobertura detallada, analizando las primeras reacciones internacionales y conectando en directo con un portavoz del ejército israelí. A través de diversos expertos y la guía de Mejide, «Todo es mentira» abordó este conflicto desde múltiples perspectivas, buscando arrojar algo de luz sobre las incógnitas que lo envuelven.
Este enfoque, tanto reflexivo como informativo, refleja la urgencia de entender las dinámicas globales que pueden arrastrar al mundo a escenarios de conflicto mayor. Con Estados Unidos mostrando su apoyo a Israel, y la comunidad internacional pidiendo una desescalada de la tensión, el programa de Mejide puso en relieve los delicados equilibrios de poder y las difíciles decisiones que enfrentan los líderes mundiales. En medio de este caos, la figura del presentador se erige como un puente entre la compleja realidad internacional y los ciudadanos comunes, ansiosos por comprender y, en última instancia, por encontrar caminos hacia la paz.