En una movida semana para el panorama televisivo español, David Broncano arrancó su programa La revuelta con una doble declaración y un directo "zasca" a El hormiguero, el programa rival de Antena 3. Este gesto se produce tras las recientes controversias y conflictos mediáticos que han salpicado a ambos programas, subrayando las tensiones existentes en la pugna por el prime time.
La noche se caldeó con la participación de Rigoberta Bandini, quien, tras un descanso de casi dos años en su carrera musical, acudió al programa para promocionar sus nuevos lanzamientos. Sin embargo, su presencia no solo estuvo marcada por la música, sino también por abordar la disputa entre La revuelta y El hormiguero. Bandini no dudó en manifestar su mala relación con el programa conducido por Pablo Motos, revelando que está "vetada" en el mismo, lo que ha generado gran expectación y comentarios en redes sociales.
La ironía de Bandini no pasó desapercibida cuando compartió con Broncano el mensaje que había enviado al humorista antes de su participación, en el cual le hacía creer que había sido invitada a El hormiguero. Este hecho no solo fue una broma sino también un medio para desvelar públicamente el veto que tiene en dicho programa. Al indagar sobre las razones de este veto, Bandini respondió con sorna que podría deberse a haber utilizado la palabra "teta" en la letra de una de sus canciones, lo que arrancó risas entre el público y generó comentarios de apoyo en las redes sociales.
Ante estas declaraciones, Broncano aprovechó para recordar tanto a su audiencia como a los futuros invitados que a La revuelta no le importa la secuencia en que los artistas acudan a los programas, refiriéndose indirectamente a las acusaciones que él mismo había hecho contra El hormiguero por su supuesta política de exclusividad con los invitados. Este comentario no solo subraya la política inclusiva y abierta de La revuelta sino que también pone de manifiesto las diferencias en la gestión de invitados entre ambos programas.
El conflicto entre La revuelta y El hormiguero evidencia las tensiones competitivas del prime time televisivo, donde los programas luchan por la exclusividad de los contenidos y la participación de invitados destacados. Sin embargo, más allá de las disputas, lo que queda claro es el impacto que estas tienen en la audiencia, generando un debate abierto sobre las políticas de gestión de invitados en la televisión española y el derecho de los artistas a elegir libremente sus participaciones mediáticas.