Una unidad militar en Madagascar ha proclamado el control de las Fuerzas Armadas en medio de un clima de tensión social. Este anuncio se produce tras la creciente ola de protestas antigubernamentales que lleva más de dos semanas, en la que miles de ciudadanos han salido a las calles exigiendo la renuncia del presidente Andry Rajoelina. La situación se agudizó cuando la presidencia denunció un intento de golpe de Estado, acusando a algunos soldados de unirse a las manifestaciones.
En un video, soldados de un contingente de élite conocido como CAPSAT instaron a sus compañeros a desobedecer órdenes de atacar a la población, reivindicando su lealtad hacia el pueblo malgache. Sessions de apoyo entre los protestantes y los militares fueron comunes el fin de semana en la capital, Antananarivo, donde el nuevo primer ministro solicitó a las fuerzas armadas actitudes de «sabiduría» y respeto hacia las demandas ciudadanas.
Las manifestaciones, originalmente motivadas por problemas de servicios básicos, han evolucionado en un rechazo global al gobierno. Tras la represión de protestas anteriores, que dejó al menos 22 muertos, los manifestantes, principalmente jóvenes de la generación Z, han encontrado en estos eventos un espacio para expresar su descontento ante una administración que consideran corrupta y fallida. Estas movilizaciones representan el mayor desafío para Rajoelina desde su reelección, intensificando un clima de incertidumbre política en la nación.
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