En su tradicional mensaje de Nochebuena, el rey Felipe VI una vez más se dirigió a la nación, tocando puntos sensibles como la tragedia que trajo la DANA, los retos de la inmigración, la creciente crisis de la vivienda y la palpable confrontación entre los principales partidos políticos españoles. Sin embargo, este año el discurso captó una atención ligeramente menor, alcanzando cifras cercanas al mínimo histórico de audiencia, con 5.908.000 espectadores y una cuota de pantalla del 62,4%, mostrando una leve disminución respecto al año anterior.
Entre los comentarios que siguieron al discurso, destacaron las palabras de Miguel Ángel Revilla, quien opinó sobre los temas tratados por el monarca y lo que consideró ausencias notables en el mismo. Revilla expresó su decepción por la falta de mención a conflictos bélicos internacionales, la corrupción y la violencia de género, temas que, a su juicio, también ameritan atención nacional. Sostuvo que a pesar del llamado del rey a la unidad y la acción sensata por parte de los políticos, estos probablemente no atenderían el mensaje, continuando con sus disputas partidistas.
En una intervención televisada en «La Mirada Crítica» de Telecinco, Revilla criticó la forma en la que se abordan los discursos del rey, sugiriendo que aunque hay intervención del gobierno en su preparación, los mensajes tienden a ser predecibles y posiblemente desapegados de lo que algunos ciudadanos esperarían escuchar en estas alocuciones. Además, señaló directamente la ausencia de temas como la corrupción, lo que consideró especialmente delicado dada la controversial historia del padre del rey, y las urgencias de abordar públicamente el problema de violencia de género en España.
El bajo índice de audiencia del mensaje real podría reflejar una diversidad de factores, incluyendo quizás una cierta fatiga o desinterés del público frente a los mensajes institucionales en un contexto de crisis múltiples. Las críticas y observaciones de figuras como Revilla agregan una capa más al debate sobre el rol de la monarquía y su conexión con las preocupaciones cotidianas y los grandes desafíos que enfrenta la sociedad española.
Este año, el discurso del rey Felipe VI parece dejar tanto reflexiones sobre los temas que abordó, como sobre aquellos que quedaron fuera del alcance de su mensaje navideño. La reacción mixta, tanto en términos de sintonía como de contenido, subraya la complejidad de gobernar y el desafío de hablar a una nación cada vez más polarizada y preocupada por su futuro inmediato y a largo plazo.
