La elección del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio como el nuevo papa en 2013 rompió muchas tradiciones secularizadas dentro de la Iglesia Católica, marcando el inicio de un pontificado que desde sus primeros momentos se vislumbró como transformador. Por primera vez, el humo blanco sobre la Capilla Sixtina anunciaba la elección de un jesuita, un latinoamericano, y particularmente, alguien que eligió llamarse Francisco, en honor a San Francisco de Asís, conocido por su dedicación a los pobres y su amor por la paz y la naturaleza.
La vida de Bergoglio antes de convertirse en papa Francisco ya delineaba lo que sería su enfoque pontificio. Nacido en una familia de origen italiano en Argentina, optó por una vida de sencillez y servicio desde joven. Su trabajo en las «villas miseria» de Buenos Aires y su formación como técnico químico antes de ingresar a la Compañía de Jesús a los 22 años, le proporcionaron una perspectiva única sobre la intersección entre fe, ciencia y justicia social.
La elección de su nombre pontificio no fue un acto trivial. Revelado a la prensa por el mismo pontífice, su decisión fue inspirada por las palabras del cardenal Claudio Hummes, quien al abrazarlo tras su elección le susurró: «No te olvides de los pobres». Esto resonó con Bergoglio, llevándolo a adoptar el nombre de Francisco, como un compromiso palpable hacia la construcción de «una Iglesia pobre y para los pobres».
Este compromiso ha sido un hilo conductor en su pontificado, enfocándose en la humildad, la justicia social y la atención hacia los más vulnerables. El papa Francisco ha dejado una huella imborrable en la Iglesia Católica, no solo por ser el primer papa latinoamericano y jesuita sino también por su aproximación revolucionaria hacia los temas contemporáneos, desafiando constantemente a la Iglesia a volver a sus raíces de servicio y compasión.
Con su partida, el mundo espera con impaciencia la elección de un nuevo líder espiritual que continuará el legado de cambio y renovación que Francisco ha encarnado. Los procedimientos del cónclave ya se están organizando, y la comunidad católica junto con el mundo entero miran hacia el Vaticano, esperando el anuncio de un nuevo papa que guiará a la Iglesia en los próximos años. La elección de Francisco marcó el comienzo de una nueva era para la Iglesia Católica, y su sucesor tendrá la tarea de continuar su misión de llevar la Iglesia más cerca de los fieles, especialmente a aquellos en las periferias de la sociedad.