Tras casi un año viviendo en condiciones relativamente cómodas en una prisión de Koh Samui, Daniel Sancho ha tenido que adaptarse rápidamente a la realidad más dura de la cárcel de máxima seguridad de Surat Thani, en Tailandia. El joven, hijo del reconocido actor Rodolfo Sancho, se ha ganado la atención de la prensa y del público, tanto por la gravedad de los cargos que enfrenta como por los detalles peculiares que rodean su caso, atrayendo comparaciones con el mediático juicio de O. J. Simpson en los Estados Unidos.
Sancho, cuyo caso ha eclipsado titulares internacionales, fue trasladado bajo medidas estrictas de seguridad desde la más liberal Koh Samui a Surat Thani, donde enfrenta una nueva realidad: Convivir en un espacio compartido con catorce presos, en su mayoría tailandeses, y un austriaco. Apenas instalado y terminando su cuarentena por COVID-19, el joven no tardó en hacer su primera serie de peticiones, marcadas por un fuerte deseo de mantenerse activo y sociable dentro de los límites que su confinamiento le permite.
Entre las solicitudes de Sancho al Consulado de España en Bangkok, se incluyen seis pares de guantes de boxeo, un protector bucal, protectores de pecho y espinillas, un libro en inglés para aprender tailandés, y tapones para los oídos. Estos pedidos no solo destacan sus intereses personales, como su afición al Muay Thai, sino también un esfuerzo por integrarse y posiblemente mejorar su situación y relaciones dentro de la penitenciaría. La práctica de este deporte nacional de Tailandia podría ser una estrategia para estrechar lazos con los reclusos locales, que constituyen la abrumadora mayoría de la población carcelaria.
La prisión de Surat Thani, un establecimiento de alta seguridad inaugurado hace apenas dieciséis meses, alberga a unos 5.300 presos, entre los cuales la presencia de extranjeros es mínima, mayormente provenientes de Myanmar y Camboya. Esta dinámica plantea un desafío cultural y lingüístico significativo para Sancho, quien parece estar tomando medidas proactivas para adaptarse.
Expertos y activistas de derechos humanos han señalado la importancia de la integración y las relaciones sociales dentro de las prisiones tailandesas. Javier Casado, director de la Fundación +34, una ONG que asiste a presos españoles en el extranjero, sugiere que la generosidad y el compartir recursos pueden ser tan importantes para la supervivencia y el bienestar de un reo como lo es adaptarse a las normas culturales y sociales del entorno carcelario. Casado destaca la importancia de actos de bondad como compartir ingresos y ofrecer cafés, un producto altamente valorado, para ganarse favores y mejorar las condiciones de vida dentro de la prisión.
El caso de Daniel Sancho sigue generando una mezcla de fascinación y preocupación, planteando interrogantes sobre la justicia, la adaptación cultural, y la vida detrás de las rejas en un país extranjero. Su historia continúa desarrollándose en la cárcel de Surat Thani, donde se enfrenta a la realidad de largos días y posibles años por venir, lejos de los privilegios y comodidades a los que alguna vez tuvo acceso, y sumergido en una batalla constante por adaptarse y sobrevivir en un entorno desconocido y a menudo despiadado.