La propuesta de paz de Estados Unidos para poner fin al conflicto en Ucrania ha desatado una ola de reacciones tras su divulgación el pasado miércoles. Dicha propuesta ha sido prácticamente descartada por el gobierno de Volodímir Zelenski, el cual expresó que «no había nada de qué hablar», dado que el plan estadounidense contemplaba el reconocimiento de los territorios anexionados por Rusia, incluida la península de Crimea, como ocupados de facto por el Kremlin. Este planteamiento ha generado un fuerte rechazo tanto de Ucrania como de sus aliados europeos, quienes han presentado una contrapropuesta que se distancia considerablemente del enfoque americano.
La contraoferta europeo-ucraniana, revelada por la agencia Reuters, elimina cualquier mención de reconocimiento de dominio ruso sobre territorios ucranianos y establece como condición sine qua non para cualquier avance en las negociaciones un alto al fuego total e incondicional. A diferencia de la propuesta estadounidense, que condicionaba la defensa de Ucrania a una garantía de seguridad sin especificar y excluía su adhesión a la OTAN, el documento europeo-ucraniano no impone restricciones sobre la presencia militar en Ucrania y sugiere un compromiso más firme de protección a largo plazo, similar a la cláusula de defensa mutua de la OTAN.
En el ámbito de las sanciones, mientras Washington planteaba su suspensión desde el comienzo de las hostilidades en 2014, la propuesta ucraniana y europea sugiere un alivio gradual de estas restricciones, condicionado al cumplimiento de los acuerdos de paz por parte de Moscú. Adicionalmente, exige la reconstrucción de Ucrania con fondos compensatorios, incluyendo el uso de activos rusos congelados, una medida que va mucho más allá de lo propuesto por Estados Unidos.
En medio de este pulso diplomático, la tensión en el terreno no ha hecho más que escalar. Tras el fracaso de las conversaciones de paz en Londres y la inminente reunión entre el enviado especial estadounidense y Vladímir Putin en Moscú, Rusia intensificó sus ataques sobre Kiev y otras ciudades ucranianas, elevando el número de víctimas civiles y exacerbando la crisis humanitaria. Esta nueva ola de violencia coincide con declaraciones desde Washington que insinúan un posible retiro de la propuesta estadounidense si no se alcanza un consenso pronto, añadiendo una capa más de incertidumbre sobre el futuro del conflicto en Ucrania.
A pesar de los esfuerzos diplomáticos, parece que la paz aún está lejos de alcanzarse, con cada parte defendiendo posiciones firmes y la población ucraniana atrapada en el fuego cruzado de una guerra que se prolonga sin un final claro a la vista.